Publicado por la República
Para empezar, ‘la izquierda’ es una simplificación burda de un sector muy amplio en cuanto a visiones, ideologías y posiciones. Algo parecido a lo que ocurre en ‘la derecha’.Teniendo eso en cuenta, por ‘izquierda’ se quiere aludir en esta columna al grupo diverso de personas de ese lado del espectro político que, de distintas maneras, y desde diferentes momentos, trabajó para la candidatura de Ollanta Humala.Algunos desde 2006 –en la campaña presidencial de ese año– y que se fueron agrupando y convocando a más gente alrededor de Ciudadanos por el Cambio; hasta los que, como Javier Diez Canseco, entre otros, que se fueron sumando al combo de Gana Perú, el cual resultó ganador cinco años después de un modo bastante inesperado incluso para sus propios fundador
es y conductores.Desde poco antes de eso, la relación entre esa izquierda y Humala se fue modificando, tanto en su condición de candidato entre las dos vueltas, como de presidente electo, y presidente. Esa historia es bien conocida.El asunto es que hoy esa relación está muy deteriorada. Desde esa izquierda sostienen que Humala se ha derechizado. Desde Palacio, que esa izquierda no supo adaptarse al papel de gobernante en vez de su tradicional ubicación de opositora.La verdad quizá esté al medio. La congresista Rosa Mavila dice que Humala está como el marido que botó a su mujer de la casa porque se consiguió otra. Y Mirko Lauer apuntó hace poco que hoy la relación es de separación de cuerpos sin divorcio formal.La cosa es que ese arrejuntamiento no pinta bien pues la pareja que tenemos en el diván ya no se percibe con un futuro común. La izquierda ha anunciado que hará una oposición desde adentro pero eso solo vislumbra un rumbo achorado de colisión.Antes que el juego del presidente Humala, en esta columna interesa el de la izquierda, la cual no ha sido, lamentablemente, capaz de incorporar –en los hechos y no solo en el discurso– la importancia de la inversión privada, pensando, tontamente, que eso es de la derecha, algo tan brutal como cuando esta cree que los derechos humanos son propiedad de la izquierda. Y los tambores de guerra que ya se escuchan llevan a advertir un tono crecientemente achorado.Así, la izquierda enfrenta el riesgo de volverse IBA: bruta y achorada.Mala suerte la del Perú, en todo caso, por tener que moverse, con frecuencia, entre una derecha y una izquierda que suelen caer en la tentación de volverse brutas y achora