La Jetée: a ver si os suena…

Publicado el 14 marzo 2016 por La Cara De Milos La Cara De Milos @LacaradeMilos

Al leer el título 12 monos me apuesto una follada a que a muchos de vosotros se os ha venido a la mente la pieza musical circense, esquizoide e inquietante compuesta por Paul Buckmaster que fue el tema principal de la sublime película de Terry Gilliam, al igual que seguro habréis recordado las dos excelsas actuaciones de Brad Pitt y Bruce Willis, de su infranqueable y asombroso guion, del sueño de James Cole y la civilización humana en retroceso futurista que vive bajo tierra o de la dosis de frescura (pese a los viajes en el tiempo y el trasfondo posapocalíptico) que supuso para la ciencia ficción cinematográfica. Yo me rendí ante el poder hipnótico y cautivador de 12 monos, y por eso quise saber más. Así llegué a La Jetée, el mediometraje francés de 1962 que fue su fuente única de inspiración. Algo que Terry Gilliam nunca ha ocultado.

En La jetée se nos cuenta el recuerdo de un hombre en un día en el que su madre le llevó a ver cómo despegaban los aviones en un muelle aeroportuario y se enamoró de una mujer; una mujer a la que persigue en los sueños experimentales que le hacen tener unos siniestros científicos que parecen ser los dueños de un gobierno posapocalíptico que vive bajo tierra. El protagonista de La Jetée irá dando saltos en el tiempo, contemplando animales desaparecidos y persiguiendo a la mujer, hasta que se entera de la verdad. Os suena, ¿no?

Todo lo que es 12 monos está en La Jetée: la esencia de su arquitectura narrativa y estética, se encuentra en La Jetée, dirigida por Chris Marker y que en su momento fue todo un episodio experimental dentro del arte del celuloide. Me atreveria a decir que La Jetée (cuya traducción al castellano sería "El muelle" aunque en referencia a un muelle aeroportuario) ni siquiera es cine, pues se trata de una serie de fotografías estáticas que se van enlazando mientras un narrador nos cuenta la historia. Son estáticas, pero su conexión crea un movimiento lento y espaciado, que no llega a ser animado pero casi; esa lentitud animada produce una sensación extraña en el espectador, como si fuera un tipo de accidente neurológico o ellos mismos fueran los que están escogiendo mover las imágenes. No se puede hablar en La Jetée, incluso, de una forma de cine primitivo, pues el cine aun desde sus primeros tiempos se entendió como fotografía en movimiento, como algo dinámico, mientras que en La Jetée uno no puede dejar de apreciar su bello estatismo, sus fotografías perturbadoras y agraciadas, atractivas, a partes iguales. La Jetée es fotografía pura y dura acompañada de música misteriosa y de voces subrepticias que se camuflan entre la del narrador.

Lo siento si pensabais que erais oiginales haciendo montajes con el Movie Maker de Windows, pero se os adelantaron en más de cincuenta años... Y lo hizo La Jetée.

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