Su padre, extranjero que se buscaba la vida trabajando como obrero en la Francia de finales de los años 80 y su madre, profesora de filosofía, intentaban colmar de consejos al pequeño Frederic para que afrontara de la mejor manera posible el giro que daba su vida.
El Olympique de Lyon consiguió el fichaje del prometedor delantero, que también llamó, al poco tiempo, la atención del combinado francés para que jugase en las categorías inferiores de les bleus. Sin embargo, cuando aquel joven comenzó a dar síntomas de madurez, tuvo muy claro que los colores que quería vestir siendo internacional, eran el amarillo, con ribetes verdes y rojos de su país por parte de padre.
Su buen juego no pasó desapercibido para la Premier y el West Ham luchó para lograr su fichaje. En Upton Park estuvo tres temporadas, en las que rindió a gran nivel para que un club de mayor enjundia llamase a su puerta. Al Tottenham no se le podía decir que no y hacia allí se encaminó el delantero.
Sin embargo, su estancia en los Spurs no fue todo lo provechosa que hubiera deseado y, a los dos años de estar en White Hart Lane, quiso cambiar de aires para formar parte del proyecto que un equipo español iniciaba. Un director deportivo del que ya se hablaba muy bien en los corrillos futbolísticos europeos puso sobre la mesa, además del salario correspondiente, una camiseta blanca que, muy pronto, se adornaría con varios títulos.
-Que sí, Kanouté, picha. Que en Sevilla vas a estar de maravilla, porque tiene un color especial.
-Vale Monchi, te haré caso. Me voy para Andalucía.
Y así nació el matrimonio entre Kanouté y el Sevilla, una unión daría a ambos bastante felicidad.
Lo primero que tenían que hacer en el club era arropar al recién llegado con una buena pareja atacante. Y lo hicieron a la perfección, ya que contrataron a O Fabuloso. Durante siete temporadas, la dupla sevillista ( Kanouté- Luis Fabiano) fue la envidia del fútbol mundial.
Junto a tan grata compañía, Frederic se sintió a gusto y jugó el mejor fútbol de su vida, lo que provocó que a Nervión comenzaran a llegar trofeos de España y Europa.
Un gol en la final de la UEFA. conquistada ante el Middlesbrough, otro tanto anotado en el baño que le propinaron al súper Barça de la época de Guardiola en la final de la Supercopa Europea, otro gol y un penalti en la tanda definitiva al Español en otra final de UEFA. En fin, que el juego de Kanouté también tenía un color especial, el de los elegidos para el triunfo.
En la competición nacional, el equipo sevillista miraba de tú a tú a los dos grandes colosos de aquella época. También conquistaba títulos el Sevilla en España, como una Copa del Rey ganada ante el Getafe, con gol, por supuesto, de Kanouté, y una Supercopa ante el Real Madrid, con un increíble triplete del maliense.
Frederic Kanouté se convirtió en el jugador extranjero que más goles marcó con la camiseta sevillista.
Monchi lo tenía difícil, ya que se trataba de buscar un digno sucesor de cracks como Scotta, Polster, Zamorano o Suker, entre otros. Unas vez más, el instinto del director técnico acertó de pleno.
-¿Lo ves Frederic? Ya te dije que Sevilla era una maravilla.
-¡Cuánta razón tenías mi alma!