La joven del lago, un microrrelato

Por Déborah F. Muñoz @DeborahFMu

La joven del lago la tenía obsesionada. La había visto dos veces, y en ambas ocasiones estaba nadando desnuda en el lago, con su pelo rojo flotando libre en el agua. La segunda vez, cuando descubrió que la miraban, se quedó quieta entre los nenúfares, sin sacar la nariz del agua y, tras dedicarle una sonrisa con sus labios increíblemente rojos, se dio la vuelta y se alejó nadando.

Fantaseó tanto con ella que pronto empezó a soñar imposibles. Tenía que ser una ninfa. No había otra explicación. Era demasiado etérea y a la vez demasiado sensual y voluptuosa. Deseaba más que nada volver a verla, que se enamorara de ella y se la llevara nadando al país de las hadas.

Estaba tan cegada con sus fantasías que, cuando se cruzó con la joven del lago mientras esta vestía con ropa de calle, ni siquiera reparó en ella. Y la ninfa, decepcionada porque la humana en la que se había fijado no era capaz de verla cuando no estaba envuelta en el abrigo de su magia, volvió a las profundidades de su lago, decidida a no regresar en mucho tiempo.

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