Primero salvar de los terroristas un edificio de Los Ángeles, luego un aeropuerto de Washington y después toda la ciudad de Nueva York. Estaba cantado que era el turno de salvar un país entero, y eso es lo que debe intentar John McLane en esta cuarta entrega de la que sin duda es la saga de acción más mítica de la historia del cine. Pero esta vez unos hackers son los malos, y por momentos hasta sentimos lástima por su líder que no acaba de entender el ilógico y errante comportamiento de un McLane que con su chulería y sin enterarse de nada, le desmonta sus tan bien estudiados planes de destrucción global. Sin mejorar ninguna de las anteriores, al menos cumple en diversión y espectáculo, y porque no decirlo, sólo con ver a Bruce Willis diciendo unos cuantos chascarrillos con una cochambrosa camiseta nos damos por más que satisfechos. Mi puntuación: 6/10