Y es que, a las pruebas me remito. La defensa que la JEC (Junta Electoral Central) hace de los poderosos es constante. Salvo en casos de clarísimo incumplimiento, y aún así, siempre dictamina a favor de los grandes partidos, y en contra de los pequeños y de los intereses ciudadanos.
Claro que para saber el porqué no hay que profundizar mucho. La JEC está formada por trece miembros. Ocho de ellos pertenecen al Tribunal Supremo y son designados por el Consejo General del Poder Judicial. Y los otros cinco son catedráticos de Derecho o Ciencia Política y son nombrados por el Gobierno a propuesta de los grupos parlamentarios (y de acuerdo al número de sus miembros).
Así es que tenemos, de nuevo, una institución que debería velar por la imparcialidad y que sin embargo es elegida de tal forma que el gobierno y los grupos parlamentarios más numerosos son los que tienen representantes.
Por lo tanto, no es de extrañar cómo actúa y por qué. Porque toma como referencia la famosa frase de Pedro El Cruel: “Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor” . Y su señor es el poder establecido. Su cometido trata de suavizar las posibles sanciones contra los poderosos y, en todo caso, les sanciona de forma tan leve que siempre les viene bien actuar con acomodo.
Así ha venido actuando hasta la fecha. Algunas multillas por abusos de los grandes y pelillos a la mar, sin cambiar nada esencial ni obligar a nadie a modificar sus abusos.
Izquierda Unida denunció la discriminación a la que se le ha sometido al no dejar que su candidato Alberto Garzón participara en el debate de Atresmedia, a pesar de ir en contra de las normas de la misma JEC. El resultado ha sido claro y evidente, una tropelía más de esta institución. En vez de exigir que participaran tanto UP—IU, como UPyD, (ambos tenían representantes en el último parlamento, y no como otros participantes), ha sentenciado que el debate se puede realizar, pero qué como UP—IU se ve discriminada se la debe compensar, con la participación en otro espacio.
Ya verán cómo se cumple la sentencia, dejando a Garzón que participe en un programa de tres al cuarto, durante unos minutillos, para compensarle. Y aquí paz y después gloria. Si quieres bien y si no, también.
Pero hay un caso más grave. El caso de los españoles residentes en el extranjero. Y es que, gracias a una modificación de la ley electoral que aprobaron PP y PSOE, con la oposición de Izquierda Unida, se han aumentado los obstáculos para que puedan votar los emigrantes españoles en las elecciones. De hecho, se van a quedar sin poder votar, a pesar de haberse inscritos, más de 1,7 millones de españoles, más del 92% que se ha inscrito en el CERA. Una verdadera vergüenza que pasará sin pena ni gloria.
EJEMPLO DE LO QUE PASÓ EN LAS ÚLTIMAS ELECCIONES AUTONÓMICAS 2015 (en la que pudieron votar el 3,2% de los residentes en el exterior)
La cosa está clara, y no es un error, simplemente la ley electoral se modificó a conciencia, a sabiendas de que los inmigrantes españoles, en su mayor parte, han sido expulsados del país en contra de su voluntad, por las políticas llevadas a cabo por el PSOE y el PP, y estos partidos saben que cuentan con pocos votos entre este colectivo discriminado.
Pues bien, Izquierda Unida ha presentado una reclamación a la JEC, de la que espera respuesta. Yo, después de ver cómo ha actuado en otras ocasiones este ente y quienes lo componen, no tengo dudas de que pasará del tema y como mucho, para salvar la cara, si es que puede, dirá que es algo a corregir en el futuro pero no tomará ninguna decisión. Resultado: 1.740.000 ciudadanos que, queriendo, no podrán votar; más de los ciudadanos con derecho a voto, por ejemplo, en la provincia de Sevilla.
Pero, no pasa nada, sólo son votos que no interesan a los grandes partidos, son votos robados a ciudadanos que simplemente quieren ejercer su derecho y no les dejan. ¡Mala suerte! y si no, que no se vayan del país –estoy convencido de que algún pepero pensará así—, que renuncien a la “maravillosa movilidad exterior”.
Total, no encuentran empleo, se tienen que marchar al extranjero, se dice que es por su propia voluntad y además se les dificulta seriamente su derecho al voto. ¡Una maravilla!
¿Cómo es posible que un problema tan grave apenas tenga acogida mediática, mientras, por ejemplo, nos repiten la imagen de Rajoy jugando al futbolín todos los días?
Otra trampa más de esta democracia “perfecta”
Salud y República