La juventud rechaza la política

Por FundaciÓn Novia Salcedo

Le Monde ha publicado estos días los resultados de un sondeo de opinión sobre la percepción de la vida política entre la juventud francesa. La encuesta fue realizada para la Asociación de la Fundación Estudiante para la Ciudad, en los días 16 a 20 de diciembre pasado y entre jóvenes de 15 a 30 años.   La conclusión es que la juventud se aparta de la política pero no por desinterés, bien al contrario. Desean más democracia y les gustaría comprender mejor su funcionamiento. Pensamos que puede ser un reflejo de lo que está pasando también entre la juventud de nuestro país y por esa razón destacamos el sondeo en estas páginas.   Céline Braconnier, socióloga y profesora de la Universidad de Cergy-Pontoise, comenta los resultados de la encuesta.

P: ¿Cómo se manifiesta la desconfianza de los jóvenes de cara a la política?   R: La política no es importante más que para el 55% de los jóvenes interrogados, muy por detrás de la salud, la familia, el trabajo, el ocio, los amigos, la vida sentimental o los estudios. Esta distancia se observa sin embargo en todas las franjas de edad: no es propia solo de los jóvenes. Y si, a menudo, se dice que son suspicaces de cara a los grandes medios de comunicación, la encuesta muestra que son todavía un 83% los que declaran seguir regularmente la actualidad política, e incluso el 88% entre los bachilleres, por el medio más frecuente, la televisión. En materia de prácticas políticas, los jóvenes permanecen ligados al escrutinio presidencial, en el cual participan masivamente, como lo muestran las cifras de participación en su país en 2007 –más del 80%- y, en una menor medida, en 2012. En contrapartida, desde que la intensidad de la campaña disminuye, los jóvenes son los primeros en desmovilizarse: menos de un joven de cada dos ha votado en las municipales de 2008 y la brecha se ensancha entre los diplomados superiores y los que encuentran dificultades de empleo o de inserción, que se abstienen los que más. En cuanto a las otras modalidades de expresión política, solo una minoría, a menudo diplomada, las adopta.     P: El sondeo indica que solo el 25% de la juventud ha asistido ya a una reunión de concertación pública, mientras que el 56% declara haber ayudado a una persona o una asociación (63% entre los bachilleres) y el 66% desea que el servicio cívico se convierta en obligatorio. La acción local y concreta parece pues movilizarles: ¿no es una forma de interés por la política? R: La distancia que los jóvenes toman con respecto a las formas tradicionales de expresión política no significa forzosamente que se replieguen sobre sí mismos. Si solo el 5% de los jóvenes encuestados declaran ser miembro de un sindicato y el 7% de un partido político, no por eso expresan un rechazo de estas formas tradicionales de compromiso, pero sí su desconocimiento de estas instituciones. Así, una mayoría declara desear saber más sobre las organizaciones y el cómo les integran a ellos.    Preguntados sobre qué habría que hacer para mejorar la democracia, el 78% de estos jóvenes desean también que la vida política sea abordada y explicada en la escuela. Este es un elemento muy interesante del sondeo porque, después de 3 décadas, las formas de liderazgo político de los barrios populares, campañas o lugares de trabajo obrero, anteriormente apoyadas por el mundo asociativo, se han desestructurado completamente y no han sido reemplazadas, dejando solamente a las familias la tarea de asegurar la socialización política de sus miembros. Sin embargo, son también las desigualdades políticas las que se transmiten en herencia por las familias. La escuela solo puede compensarles facilitando referencias a los niños que crecen en medios muy poco politizados. En fin, la encuesta muestra que tres cuartas partes de los jóvenes querrían que los procedimientos administrativos para votar se simplificaran, lo que a primera vista puede parecer paradójico porque ellos pertenecen a una generación que se ha beneficiado de la inscripción de oficio en las listas electorales a los 18 años, norma implementada en 1997. El problema proviene del hecho de que la juventud no sabe que es preciso reinscribirse cuando salen de casa de sus padres, y después de cada mudanza que realicen. Este contratiempo, teniendo en cuenta la gran movilidad de los jóvenes, alimenta la abstención. P: La mitad de los jóvenes no desea que los extranjeros puedan ejercer el derecho de voto en las elecciones locales. ¿Es chocante? R: No, la respuesta a esta pregunta varía según el posicionamiento político: los jóvenes de izquierda desean masivamente que este derecho sea otorgado, los otros no.