Esta famosa estatua es aun hoy el símbolo de la Ciudad Eterna. Representa a la loba Luperca amamantanto al primer rey de Roma, Rómulo, y a su hermano Remo. Según la mitología, el rey de Alba Longa, Numitor, había sido destronado por su hermano, quien mató a todos sus sobrinos para evitar un levantamiento futuro. Sólo salvó a Rea Silvia, la única hija de Numitor, con la condición de que dedicara su vida al culto de Vesta y así evitar que tuviera descendencia. Pero mientras dormía, el dios Marte la dejó embarazaba. De esta unión nacerían Rómulo y Remo. Para salvar la vida de sus hijos, Rea los puso en una cesta y los dejó en el río. La loba Luperca los amamantó manteniéndolos con vida hasta que fueron encontrados por unos pastores.
Rómulo consta en la lista tradicional de monarcas romanos, como el primer rey de Roma, hacia el siglo VIII a.C.
La figura de la loba es una escultura etrusca hecha en bronce. Era común entre la cultura etrusca la representación de fieras lactantes, muchas de las cuales han aparecido representadas en sepulcros de la época. Esta loba se había expuesto en el ficus ruminalis, la higuera consagrada a Júpiter en el comitium de Roma, para mostrar su carácter sagrado. En el 295, los hermanos Ogulnios colocaron a una pareja de gemelos bajo la Loba quien pasaría de ser una simple fiera arcaica sagrada a la madre de Roma. Desaparecidos antes de la Edad Media los dos pequeños, Antonio Pollaiolo colocó una nueva pareja de lactantes a finales del siglo XV.