La lágrima de la India, de Ismael Cruceta

Publicado el 28 diciembre 2012 por Goizeder Lamariano Martín

Título: La lágrima de la India Autor: Ismael Cruceta Editorial: Entrelíneas Editores Año de publicación: 2012 Páginas: 220 ISBN: 9788498025330 En marzo hará dos años desde que conocí a Ismael Cruceta en persona, aunque le seguía desde un año antes en su Cajón de Historias. Y ya ha pasado más de un año desde que en octubre de 2011 leí su primera novela, Luz de libertad. Ahora por fin he podido leer la segunda, La lágrima de la India, después de haberla comprado en la presentación en Madrid. Como casi siempre, salí con muchísimas ganas de leer el libro, sobre todo después de escuchar lo que Ismael contó de los personajes, el escenario y el argumento. Y más después de lo muchísimo que me había gustado su ópera prima. Porque Ismael es mi amigo, porque me gusta su forma de ser y de escribir, porque me gusta lo que cuenta y cómo lo cuenta, porque me iluminó con su Luz de libertad, por todo esto y por muchas razones más tenía puestas unas expectativas muy altas en esta segunda novela. Expectativas que en parte se han cumplido y en parte no.
Le he dado muchas vueltas antes de escribir esta reseña. Me dolía, me daba pena, me entristecía decir que hay cosas en la obra de un amigo que no me han gustado. He dudado hasta el último momento. No sabía si omitir las cosas negativas y centrarme en las positivas, que también las hay, muchas y muy buenas.  Pero precisamente porque Ismael es mi amigo creo que le debo confianza y, por encima de todo, sinceridad. Lo mismo que a todos los lectores de Cuéntate la vida. Así que finalmente he decidido escribir la reseña contando todo, lo bueno y lo malo, lo que me ha gustado y lo que no. Escribiendo desde las entrañas, como hago siempre. Esta novela tiene tres personajes principales que llenan todo el espacio y hacen que el lector no eche en falta más personajes, más acción o más trama. Porque esta es una novela que habla de amor pero, por encima de todo, de amistad, de ilusión, de esperanza. De sentimientos intensos, profundos, duraderos. De sueños que superan el paso del tiempo y la distancia.  Y, sobre todo, es una novela que habla de ganas de vivir, de disfrutar la vida intensamente, con sus cosas buenas y sus cosas malas, de ganas de comerse el mundo a besos, a bocados, saboreando lentamente cada detalle, cada instante, porque nunca sabemos cuál será el último. Leonardo Soto es un famoso escritor que, sin embargo, estudió Bellas Artes porque quería ser pintor. Pero por las casualidades de la vida se convirtió en escritor y ahora no entiende la vida sin plasmar sus sentimientos, sus miedos, sus ilusiones en el papel. Respira a través de las palabras y por eso, cuando no le llega la inspiración, cuando no encuentra una historia que contar, se ahoga. Anita Reina de Córdoba tiene 32 años y es la mujer más maravillosa que Leonardo Soto conoció jamás. Sin embargo, no son pareja. Son amigos, desde hace muchos años. Años en los que han compartido mil y un momentos y anécdotas inolvidables e irrepetibles que han perdurado en sus retinas para siempre. Han viajado, se han emborrachado, han dormido juntos y, sobre todo, han compartido su vida, su día a día, todo lo bueno y lo malo que se ha ido cruzando en sus caminos, siempre unidos, juntos, inseparables, compartiendo cafés en La Flecha, siempre la misma cafetería, su lugar de confidencias, de complicidad, de una amistad intensa, irrompible y eterna. Esta historia está llena de casualidades, como las que una y otra vez se empeñan en cruzar los caminos y los destinos de Leonardo y Soledad, una mujer de ojos verdes a quien conoció cuando los dos eran solo unos niños, la noche del 28 de octubre de 1982, cuando Leonardo con sus padres y Soledad con el suyo celebraban en Madrid que Felipe González había ganado las elecciones. Con el paso de los años la suerte, la casualidad o simplemente la vida quiso que los caminos de Soledad y Leonardo volviesen a cruzarse muchas más veces: en una cafetería, en un semáforo, en una calle. Pero Leonardo siempre dejaba escapar la oportunidad de acercarse a esa misteriosa mujer de ojos verdes intensos, inolvidables, a la que no era capaz de retratar pero tampoco era capaz de olvidar. ¿De qué conocían sus padres a Soledad y a su padre? ¿Qué relación les unía? ¿Qué tenía que ver Soledad y su padre con la familia de la madre de Leonardo, que también se llama Soledad? ¿Tendría algo que ver el abuelo materno de Leonardo, exiliado en Francia, en Montpellier, durante el franquismo y que nunca más volvió a su patria, esa que tanto amaba y que tanto daño le había hecho? Mientras Leonardo sufre en medio de este mar de dudas, de preguntas que no se atreve a plantear, de respuestas que no sabe si quiere descubrir o no, de una crisis de creatividad que le bloquea y le ahoga, su amiga del alma Anita vive sus propios problemas. A sus 32 años es virgen, no sabe lo que es amar ni ser amada.  Únicamente tiene a su amigo Leonardo y a su gata Missy. Estudió Magisterio pero nunca ha trabajado como maestra. Se ha conformado con trabajar de teleoperadora. Soledad se deja llevar hasta que su vida cambia cuando se entera de que sufre un cáncer con metástasis que antes o después va a acabar con su vida. Entonces, por fin, decide tomar las riendas, deja un trabajo que no le llena y por fin comienza a vivir intensamente y con plenitud. Entonces se embarca en un viaje maravilloso, fascinante e inolvidable a Sri Lanka, el antiguo Ceilán, un país desconocido, lejano, que sin embargo la acogerá con los brazos abiertos y le enseñará que se puede ser feliz con poco, que se puede vivir intensamente en medio de una guerra interminable y desconocida. Un país que le mostrará la belleza y el poder de la Naturaleza en sus playas y sus paisajes, lo enriquecedor que es descubrir otra cultura, otra gastronomía, otra religión y otras tradiciones. Y, por encima de todo, le enseñará la paz, la tranquilidad, la serenidad y el bienestar que puede encontrar en los templos budistas y en medio de toda esa gente con la tez morena y los ojos color aceituna. Y Anita por fin aprenderá a sentir, a amar, a ser amada y, en definitiva, a vivir. Probablemente lo que más me ha gustado de la novela es la capacidad de Ismael para trasladar al lector a los escenarios de esta historia: Madrid, su Madrid, Montpellier y Sri Lanka. Me ha encantado el personaje de Anita, su amistad con Leonardo, y quizá el personaje que menos me ha gustado es Soledad, tan alocada, tan caótica, tan irracional e imprevisible, tan controvertida y a veces incomprensible. Leonardo y Anita me han resultado más coherentes, más íntegros y, por encima de todo, más valientes. Me ha gustado mucho lo que Ismael nos cuenta en esta historia que nos habla de viajes, de vida y, sobre todo, de amistad. Y quizá me ha gustado un poco menos cómo nos lo cuenta. He echado en falta un poquito más de profundidad. Me ha dado la sensación de que en muchas partes de la novela pasaba de manera muy superficial, muy por encima, sin meterse de lleno en los personajes, en sus pensamientos y sus sentimientos y en todo lo que les va deparando la vida. O quizá sea simplemente que me ha sabido a poco. En cualquier caso, la novela me ha atrapado y me ha seducido, me ha hecho reír y me ha emocionado y, sobre todo, me ha hecho sentir, pensar, reflexionar. Sobre la vida de Leonardo, de Anita, de Soledad y la mía propia. Sobre las casualidades que cruzan una y otra vez nuestros destinos, sobre las decisiones que tenemos que tomar, sobre el miedo que nos paraliza y nos impide ser felices. Sin duda os recomiendo a todos la lectura de La lágrima de la India, una novela intensa, cálida, alegre, llena de esperanza, de optimismo, de ganas de vivir, de disfrutar, de ser felices. Llena de lágrimas de tristeza y de soledad, pero también de alegría y de felicidad.  Una novela que nos hace darnos cuenta de lo importante que es el amor, pero también la amistad. Algo que muchas veces se nos olvida y que no valoramos como se merece. Y, por encima de todo, una novela que nos llega dentro, muy dentro, porque está escrita desde las entrañas.