Situémonos en la Primera Guerra Carlista. En 1835, el general Álava, ferviente liberal, gestionó ante su amigo irlandés Lord Wellington el auxilio de soldados británicos para combatir a los carlistas pero a los ingleses no les pareció oportuno enviar tropas regulares y sí una de tipo mercenario. Nombraron jefe de ésta a Sir George de Lacy Evans y reclutaron en Londres, Manchester, Edimburgo, Glasgow, Dublín y Cork a 10.000 hombres que embarcaron rumbo a Santander y San Sebastián.Los miembros de la Legión Británica eran de diverso pelaje: truhanes, golfos, rebeldes irlandeses y gente que quería salir de su atroz estado de miseria como fuese.
El 30 de julio de 1835 arribó a Santander el primer batallón de la Legión Auxiliar Británica, con el resto de efectivos llegando durante todo el verano. 1000 soldados recibieron albergue en la ciudad, mientras que otros 4000 se establecieron en el monasterio de Monte Corbán, quedando el recinto arrasado en su interior tras su paso. A finales del verano de 1836, un número próximo a diez mil hombres de la unidad se concentraron en los alrededores de San Sebastián al mando directo de George Lacy Evans que, a su vez, estaba a las órdenes del general Fernández de Córdoba.
Además de algunas escaramuzas en Hernani y los alrededores de Vitoria (donde se ubicaron definitivamente), la unidad participó en 1836 en mantener franco el puerto y la fortaleza del monte Urgul de San Sebastián ante los intentos carlistas de sitiar la ciudad y en la conquista del puerto de Pasajes. Durante el sitio de Bilbao, participaron a las órdenes de Baldomero Espartero para liberar la ciudad con su apoyo desde Portugalete.
Cuando el infante don Carlos organizó la Expedición Real, la Legión Británica siguió su retaguardia, acosándola, y conquistando diversas ciudades en la zona del actual País Vasco, frenando su avance en Navarra.
La unidad quedó disuelta, como estaba previsto, en 1837. No obstante, un número indeterminado de hombres permaneció (entre 1.000 y 1.500) con la expresa autorización de Espartero y combatieron en diversos frentes, entre ellos Andoain. Pero las bajas fueron tan altas que la ya reducida unidad desapareció en la práctica.
En Santander, en el barrio de Cazoña, existe un pequeño cementerio protestante donde se encuentra un monumento funerario en homenaje a los miembros allí enterrados de la Legión de Marinos Británicos. La expansión de la ciudad ha hecho que, el por entonces aislado Cementerio Británico, esté situado actualmente en uno de los principales barrios residenciales de Santander, inserto en un pequeño parque.
Fuente: Wikipedia / El Correo