Una de las características de estos productos, que yo no llegué a conocer, es que traen, como complemento a las piezas, sus correspondientes personajes en forma de muñecos. Precisamente esta ha sido la inspiración de Phil Lord y Christopher Miller a la hora de crear sus película: mezclar mundos y personajes - tal y como hacen los niños cuando jueguan - elaborando una propuesta tan imprevisible como divertida. Pero la trama de La Lego película empieza de un modo totalmente contrario: presenta una ciudad de vida uniforme, donde los muñecos-individuos viven alienados y conminados a realizar sus labores cotidianas sin preguntarse demasiado por su falta de libertad para usar de su imaginación, al menos no más allá de la posibilidad de ganar dinero para poder comprar cafés carísimos. Emmet, el protagonista, pasa sus días totalmente identificado con esa forma de vida que conmina constantemente a ser feliz (al ritmo de una canción creada expresamente para ello), aunque no quiere admitir que en realidad es un ser gris y frustrado. Su aventura comenzará cuando sea identificado erróneamente como el habitante más importante de Mundo Lego, destinado a dar cumplimiento a una profecía...
A partir de este descubrimiento, La Lego película va haciéndose más loca y ambiciosa, como esos coleccionistas que van ocupando cada vez más espacios de su hogar con sus nuevas adquisiciones. A Emmet le acompañará un nutrido grupo de personajes, entre los que destaca una divertidísima versión de Batman, mostrado aquí como un superhéroe sobrado de carisma y con un batmovil perfectamente tuneado para hacer sus misiones nocturnas más llevaderas. Además los directores ofrecen una clase magistral de frikismo, colocando tantas referencias que sería conveniente un segundo visionado para percatarse de todas ellas. Hasta aquí lo positivo, porque si bien la trama es imprevisible, por su dinamismo, al final el espectador comprende que tampoco destaca por su originalidad, puesto que bebe demasiado de producciones recientes, como la genial ¡Rompe Ralph! o la saga Toy Story, sin querer salirse demasiado de esa fórmula realidad vs ficción, que tan buenos resultados ha dado en estos precedentes. También La Lego película contiene moralejas, que tienen que ver con la concepción filosófica del libre albedrío, de la teoría del orden y el caos, del concepto de libertad, en suma. ¿Somos libres o nuestra existencia está dirigida por fuerzas externas y, en la mayoría de los casos, invisibles? ¿Qué es preferible, un gobierno férreo o la anarquía? ¿Sería bueno para revitalizar el sector de la construcción derribar lo construido para volverlo a hacer de nuevo con las mismas piezas? Preguntas muy profundas en una película infantil, que no solo está dirigida a los más jóvenes.