A la hora de la despedida, ni siquiera ha presumido Pérez en exceso de su liderazgo en el PSOE canario durante los últimos seis años, probablemente de los más grises y anodinos de su historia reciente. Resaltó Pérez que con él al frente de la nave, el PSOE volvió al poder autonómico de la mano de un Paulino Rivero que se la tenía jurada per secula seculorum a José Manuel Soria. Con el propio Pérez de vicepresidente y consejero de Educación, aquello fue un camino de rosas si lo comparamos con la senda de espinas en que se ha convertido la renovación de ese pacto, aunque ahora con Fernando Clavijo y su gente al otro lado de la mesa.
Al secretario general saliente le atribuyen sus críticos – y no sin bastante razón - haberse dejado coger la camella en demasiadas ocasiones por los nacionalistas sin haber dicho esta boca es mía. Las voces que pedían respuesta a los desplantes y los incumplimientos de los nacionalistas no encontraron nunca eco en Pérez que, sólo a última hora y casi a rastras, vino a decir aquello de que si CC “no quiere romper el pacto con el PSOE está haciendo oposiciones para conseguirlo”. El respeto que cargos públicos y militantes pedían para recuperar la autoestima y el crédito de una opinión pública atónica ante los carros y carretas que el PSOE parecía dispuesto a soportar, fue ignorado por un secretario general que en los últimos tiempos, los más convulsos del pacto con CC, había desaparecido casi por completo de la vida pública tras delegar sus responsabilidades en el secretario de organización Julio Cruz.
Ese perfil político bajo, tirando a enano, del que Pérez ha hecho gala durante todos estos años, ha coincidido con la mal disimulada ambición de Patricia Hernández de ocupar su puesto y hacerse con el control del partido acabando de una vez con la famosa bicefalia. Ahora que Pérez ha decidido que se está más tranquilo entre libros y archivos viejos, en el PSOE canario se abre la lucha por la sucesión en la secretaría general que los socialistas canarios corren el riesgo de convertir en un debate sobre nombres de candidatos y candidatas y no sobre proyectos e ideas renovadoras. Es el mismo riesgo que corre el maltrecho PSOE en toda España y un riesgo que los socialistas no están en condiciones de permitirse si aspiran a encontrar un hueco ideológico y programático que los distinga de la derecha y de la izquierda radical que sí tienen mucho más claro lo que quieren y cómo conseguirlo.
En cuanto a Pérez, su huella en la vida del PSOE canario es tan tenue y superficial que el viento de la Historia no tardará mucho en borrarla por completo. Mirándolo por el lado positivo, con su marcha el partido no sólo no pierde nada sino que gana la oportunidad de renovarse y reactivarse y la universidad gana un docente y un investigador experimentado. Me parece que no se puede pedir más.