La ley de la manzana podridaPara reflexionar sobre corresponsabilidad
La tradición oral es muchas veces sabia por naturaleza pues acumula la experiencia y sabiduría de generaciones. Pienso así en lo que la ley de la manzana podrida pregona: “Si usted deja una manzana podrida en una cesta de manzanas buenas, al final se encontrará con una cesta de manzanas podridas”. Las generalizaciones suelen ser poco reales, pues no se podría meter en el mismo cesto a todos. Por ejemplo, pude saber de fuente directa en el lugar, que no revelaré por razones obvias, que el día 24 de abril del 2017 en el plantón convocado en protesta “contra la dictadura”, que cierta diputada del partido Voluntad Popular pasó con megáfono en mano diciendo a toda voz que: “todos los que estaban después del puente de Chacao eran pagados por el gobierno”. Primero, insistiría que esto no es un gobierno, que pudiese estar en posición de rectificar; es una dictadura. Segundo, si bien es cierto que algunos “infiltrados” siempre habrán, meter en el mismo saco a todos estos jóvenes que preservan a la masa y le hacen frente a la represión es una injusticia y criminaliza a los más valientes. De boca de los propios “chamos”, pude saber que habían identificado a aquellos que derramaron aceite como ajenos a la resistencia y se fueron del lugar después de esta acción. Por otro lado, me parece que la situación, en cuanto a la generalización, es diferente cuando se trata de un discurso público de mi propio grupo. Los “chamos” tienen su propia agenda y no hacen público su discurso ni tampoco tienen el espacio. Pero la élite política “opositora” se empeña en un mantenerse “unida”, a sabiendas de que existe entre esta coalición posturas complacientes con el régimen, evidentes para muchos.
Cierto partido ha afirmado públicamente que Maduro destruyó el legado de Chávez, cierto partido es señalado por la masa como “traidor” por pactos, cierto partido ha criminalizado al “encapuchado” que protege sus pulmones del gas y su identidad, así como cierto partido invita a “sacarse el carnet de la patria”, entre otras cosas. Todo esto, felizmente cada vez menos, ha sido sistemáticamente desestimado por la promesa de cambio, que sólo se alcanzaría en unidad. Algunos dicen pero fulana o fulano están claros. Y yo les diría ¿y? ¿Es parte de la cesta?. Muchos me dirán “pero no se puede generalizar”. Y ahí es cuando retomo la metáfora de la manzana podrida. Trataré de imaginar un ejemplo que atine a resonar en nuestro cotidiano. Si dentro de su grupo familiar o de trabajo, usted supiese que alguno de sus miembros es corrupto, asesino, ladrón, o el delito que mejor le apetezca, ¿usted qué haría? Si además fuese público y notorio para el grupo en general ¿cuál cree usted sería la actitud más coherente y digna a tomar? Piense ahora en la élite política y reflexione en las excusas que le ha permitido por diversos motivos (la política es compleja, mejor esto que nada, etc…). ¿Usted haría lo mismo dentro de su casa o equipo de trabajo? Sólo podemos exigir lo que estaríamos dispuestos a exigirnos a nosotros mismos. Si usted, en su clan, se haría la vista gorda, y sería de aquellos de los “que no se pisan la manguera” entre ustedes ante las transgresiones, no se si puedo invitarlo a algo diferente. Pero si usted es de aquellos, que no permitiría en su íntimo círculo, actos fuera de la ley, lo invito a extrapolar esta postura al ambiente socio-político actual. Si usted es de aquellos que pisaría la manguera, es de aquellos que expulsaría a la manzana podrida o sino puede expulsarla se saldría de la cesta, lo invito a reproducir esta mirada a lo social más amplio, con el fin de exigir aquello que también estaría usted en su íntimo dispuesto a dar.“Ama al prójimo como a ti mismo”Exígele al prójimo como a ti mismo.
Cristina Barberá González ciudadana, psiquiatra, psicoterapeuta psicoanalítica
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