La Ley de la Realidad

Por Diego Caminero Quesada @caminauer

En el sentir colectivo parece que uno de los momentos más peligrosos de la semana, anímicamente hablando, es la tarde noche del domingo. Se acerca el temido/odiado lunes, la alegría del viernes parece haber quedado atrás en un fin de semana que se nos suele quedar corto.

A esto hay que sumarle el peligro de visionar ciertos programas que, con su buen hacer, te conectan con esa realidad que te enciende y más que dormirte, te despierta. Señores de La Sexta, ¿qué tal programarlos para otro día? Que no es cuestión de empezar la semana con tal nivel de cabreo. O tal vez sí, quién sabe.

El caso es que quería rescatar una frase que dijo Joan Rosell, presidente de la CEOE, durante la entrevista de Ana Pastor en El Objetivo:

“Tenemos que adaptar la realidad a la legalidad. El mundo cambia y nosotros tenemos que adaptarnos.”

Ana Pastor y Joan Rosell en “El Objetivo”.

Me llama mucho la atención el hecho, porque viene a decir que no somos partícipes y creadores de esta realidad. Como si fuéramos espectadores de una realidad que nos es ajena, una realidad en la que no tenemos responsabilidad alguna. Como si fuera una ley natural más. Como equiparar la Ley de los Rendimientos Decrecientes o el índice Dow Jones a la Ley de la Gravedad. Me temo que esta realidad la hemos creado los seres humanos, cada uno su diferente grade de responsabilidad claro. La manzana seguirá cayendo del árbol por mucho que se legisle al respecto. Aunque alguno sería capaz de prohibir los manzanos con tal de tener razón, claro.

Como psicólogo, la responsabilidad es un concepto clave, no tanto por el deber que muchas veces conlleva, sino para tomar consciencia de aquellas cosas que nos corresponde asumir de nuestra vida, que son así porque nosotros contribuimos a hacerlas realidad. Y por tanto, podemos cambiar.

Tanto en terapia individual como grupal, es muy frecuente que la persona intente escaquearse de su responsabilidad. Así, se puede emplear un plural mayestático para compartirla: “cuando hacemos esto o lo otro…” O recurrir al socorrido “tú” para quitársela de encima, o compartir comportamientos para que sean más asumibles: “cuando tú haces esto o lo otro…”. Incidir en ello es fácil, a menudo basta con una pregunta “¿yo? ¿o tú? o “¿pero estamos hablando de ti o de quién?”, “¿qué haces tú dentro de ese nosotros?”.

También se pueden emplear generalizaciones como la del señor Rosell, del tipo “el mundo es así” o “esto es lo que hay”. Éstas son más peligrosas porque ya no se trata de un comportamiento propio de una persona o de un grupo. De repente evoluciona a una constante, una sentencia de cómo es la Realidad. No sólo la suya, sino también la tuya y la de todos. Una realidad que parece universal, e inamovible. Y que ésta perspectiva, estrechez de miras más bien, la tengan los que ostentan el poder, me da miedo.

No voy a entrar aquí a hablar de la “realidad social” en sí misma, muchas veces basada en indicadores estadísticos supuestamente numéricos, pero a menudo demasiado humanos, además de unas interpretaciones más que sesgadas y partidistas de uno y otro lado… pero la reciente desconvocatoria de la huelga de recogida de basura en Madrid muestra que un enfoque más abierto de la realidad, como algo cambiante y no estático, da lugar a nuevas opciones. Una prueba de que muchas veces el “esto es así” es sólo una opción más del abanico de nuestras elecciones, a menudo la más fácil.

Más allá de destrozos y demás, ¿cómo es posible que no se haya llegado a esta solución antes? Sin ser una solución óptima, pues significa una reducción de salarios bastante grande de facto, al menos fue fruto de una negociación, aunque con tintes dramáticos, cierto es. Un acuerdo un tanto desigual, pero válido y que tuvo más que ver con la voluntad de los participantes que con la reforma laboral del Gobierno, como predicaba la Alcaldesa Botella, enfadada y revanchista. Escasa inteligencia emocional.

A través de interlocutores abiertos, capaces, valientes (¿dónde estáis?), que busquen soluciones que no traten de satisfacer a una realidad patológica, sino que contribuyan a una más justa, que se parezca a la que queremos vivir. Por mi parte, señor Rosell, no quiero un presidente que se limite a justificar una realidad en la que no creo, que se limite a adaptar las leyes para perseverar la desigualdad.

Podemos utilizar la legislación para crear una realidad más amable y humana, otra cosa es que interese. Hasta entonces, el mundo seguirá girando y la noche dará paso al mañana.

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