"Aquellos labios que prueben el alcohol, no probaran los nuestros"
Probablemente haya sido la foto mas contraproducente del mundo de la publicidad, poco acertada, mal diseñada y que, desde luego, provoca una reacción contraria a la que promulga. Realizada en 1919 en una campaña para la prohibición del alcohol, estas mujeres entendieron que, la mejor forma de defender tal actitud, era la de realizar semejante instantánea, seguramente animadas por un publicista amante del buen whisky, que les quiso jugar una mala pasada. Si a tan singular imagen añadimos el peculiar lema que reza en la pancarta, tenemos servida en bandeja la ironía, el chiste fácil o directamente la sal gorda del humor. Porque no son pocos los comentarios que provoca: Que si es suficiente motivo para hacerse alcohólico, que mejor pillar una buena trompa antes que besar a semejantes beldades, o dar gracias al Señor por concedernos el licor que nos haga ver las cosas con mejor disposición. No obstante, debemos reconocer el mérito a las señoras en cuestión, pues ofrecen la puerta de entrada al amor con un beso, teniendo en cuenta que son la misma imagen del recato más estricto y victoriano.
Con estas palabras del senador Vosltead comenzó la conocida popularmente como "Ley seca", y diseccionando sus palabras no podemos pensar nada más que, tan iluso político, estaba realmente equivocado en muchos sentidos. Prescindiendo del tono idealista y simplista de la propuesta, se desconocía en gran medida el carácter humano y su afán por desafiar lo prohibido. En un ambiente de debate público sobre costumbres morales, catapultado por cierto rebufo de puritanismo protestante y mediatizado por la labor de algunos movimientos como el Ejército de Salvación o el de la Sociedad por la Templanza, surgió de forma taimada la necesidad de plantearse la prohibición del alcohol, como responsable de la brecha que se podía ocasionar en la vida familiar tradicional. La sociedad que vino de la mano de la revolución industrial parecía traer como compañía cierto estado depresivo, motivado quizás por el estilo de vida vinculado al crecimiento de las ciudades. Esos "tiempos modernos", que satirizaba Chaplin en una película del mismo título, producía cierta infelicidad que solo se amortiguaba con bebidas alcohólicas. Esta idea, no exenta de verosimilitud, no se puede negar el incremento del alcoholismo en aquella época, también resulta algo paternalista, el caldo de cultivo ideal para los mojigatos de la moral.
“EL BAR, anquilosa, es el vivero de la chulería, CERRÉMOSLE.
LA TABERNA, atrofia y degenera el espíritu combativo, CERRÉMOSLA.
EL BAILE, es la antesala del prostíbulo, matando las energías del joven luchador, CERRÉMOSLE.
CINES Y TEATROS, una misión: labor antifascista: de lo contrario, CERRÉMOSLO. Todo ser que frecuente estos lugares es merecedor del desprecio" ¡ABAJO EL PARASITISMO!”
Lo único que les quedaba a los jóvenes de la época, y a los no tanto, era luchar, luchar y a buen seguro morir, que lo de disfrutar es para los señoritos.