Cuando la evidencia se burla de la intuición, la perplejidad resulta inútil. Una y otra vez la esfera caerá a tiempo, igual que antes, igual que siempre; sin contradicción, sin Caos, sin otro destino alternativo que el de repetirse, tautológica.
Un día, dirán los narradores, que encontraron su imagen, aún tibia, custodiando a la Reina Hasechpsut en el Templo de Dei el Bari, y la bautizarán, otra vez: «la curva de la belleza».