Dicen que los besos susurrados son besos negligentes porque lo que susurran es demasiado improvisado, o demasiado poco, o demasiado, simplemente. Dicen que los besos susurrados deberían callar. ¿Callar qué? La precaria construcción de sus palabras, la amenaza de un confuso pero inevitable desenlace. Dicen que los besos susurrados no besan ni bien, ni mal, ni regular porque dicen más que besan. No sé.