La leyenda de los rápidos

Publicado el 26 junio 2011 por Jesuscortes

Es probable que ya no podamos ver "Johan".La última restauración en 2001 del Svenska Filminstitutet, ochenta años después de su estreno, que sacó a la luz una copia vivamente ocre, casi dorada, una maravilla, constató lo que ya se temía: que cerca de quinientos metros de negativo, aproximadamente dos rollos completos, se han perdido para siempre.De aquellos originales 110 minutos, sobreviven 85.Es un dato sensible porque por desgracia son escasas las pruebas disponibles del magisterio de Mauritz Stiller, apenas una docena de films sobre casi cuarenta largometrajes y diez cortos.
A pesar de que la reputación de casi todas las que han sobrevivido es o fue grande, es un hecho que no podemos más que hacernos una idea aproximada sobre la figura de este realizador imposible de catalogar, un cineasta total."Johan", una de sus obras máximas (la mayor probablemente junto a la encantadora comedia "Sången om den eldröda blomman" y el drama matrimonial "Erotikon", tan distintas unas de otras) es algo muy amplio y al mismo tiempo muy concreto, la encarnación del cine nórdico con su pureza y todas sus conquistas formales y al mismo tiempo un melodrama esencial, químicamente puro, uno de los más perfectos imaginables.
Muchos de nosotros imagino que vimos antes o paralelamente "Juha", la buena versión que Aki Kaurismäki hizo de esta vieja historia de Juhani Aho en 1999, respetando el mutismo stilleriano que tan bien casa con su cine, pero quizá con su humor habitual extrañamente "añadido", sacado de paso. Aunque Stiller naciera finlandés, poco de su espíritu ha quedado en el cine de Kaurismäki.

Será que tanto estos grandes Stiller como un buen puñado de Sjöström, Gad, Christensen, Molander o Dreyer admiten pocas relecturas o extrapolaciones. Son obras muy ultimadas, no bosquejos de algo posterior más completo, ni siquiera suponen la culminación de veinte años de cine mudo, sino más bien de cincuenta de literatura, teatro, poesía, pintura y fotografía, imágenes impresionadas para siempre donde conviven Ibsen, LagerlöfOdelmark, Zorn, Munch, Arbo... No es algo exclusivo del cine escandinavo, claro, pero sí se dio allí una de las más apasionantes combinaciones de elementos locales y tradicionales en permanente asimilación y simbiosis de los grandes descubrimientos que llegaban de USA, Alemania, Rusia o Francia.Era cine para el mundo, por muy local que fuese su consumo y muy lenta esté siendo todavía la puesta al día en nuevos formatos de buena parte de este tesoro.Un valle atravesado por caudalosos rápidos que conducen río abajo la madera talada hasta las aserradoras, que será secado y desprovisto de esa forma de vida, para convertirlo en tierras de labor. Un arrojado y decidido forastero será la única oportunidad para la doncella Marit de salir de allí y revertir su destino: pasar de ser sirvienta a ama de cría de madereros. Vivir su vida.

El extranjero se va en busca de fortuna y Marit, resignada, se casa con Johan, mucho mayor que ella, que la recogió años atrás de los brazos de su madre moribunda en la nieve y la ha criado como a una hija. Pero él vuelve y Marit no lo ha olvidado.
"Johan" pertenece a una estirpe cinematográfica de una fisicidad extinta.
Bastaba a los personajes alejarse unas pocas millas de las casas diseminadas a ambos márgenes del río para encontrarse en fuga, casi en los confines de la civilización.
Cualquier quiebra de las costumbres es contemplada como una falla en el paisaje, como si el cielo y la tierra se alteraran y se dispusieran a propiciar una restauración del equilibrio roto.
La comparación con "Un lac" de Grandrieux, con la que guarda interesantes paralelismos, es reveladora.
Frente a la amplitud de planos y de espacios, la tranquilidad expositiva que delinea pacientemente retratos de caracteres y lugares, tenemos ahora, en manos de uno de los cineastas más preocupados en transmitir sensaciones a partir de elementos primarios, un cierre de objetivo que costriñe el encuadre, nerviosismo y avance por pulsiones, puro impresionismo.

Fue el de Stiller un cine que captaba la autenticidad extrayendo de lo que el objetivo captaba lo más significativo, no construyéndolo. No les hace falta a los actores demostrar habilidades de ninguna clase en las peligrosas escenas rodadas en las barcas, que no están interpretadas sino recreadas de tan poco épicas. Da la sensación que si se retirara el equipo de filmación, el drama continuaría.Pero estos amantes no son como los de "Berg-Ejvind och hans hustru", son una farsa.
El pasado de él y las dudas de ella, en contra de lo que sucedía en la obra maestra de Sjöström, no catapultan al film hacia el cielo y el infierno de Murnau o al futuro terreno de Nicholas Ray, sino que lo sepultan en aquel que pisa sin inmutarse la "strindbergiana" madre de Johan, que acaba pareciendo a todos un mejor lugar para morir.