La leyenda del caballo: la perfecta creación de Dios

Por @asturiasvalenci Marian Ramos @asturiasvalenci
Cuenta la leyenda que después de haber originado Dios el mundo escuchó el llanto de un beduino. Viendo que no había sido equitativo creó al caballo por amor a ese pueblo.
Dios comenzó a recorrer toda su creación. Pero cuando se encontraba muy cerca del desierto escuchó el llanto desgarrado y desesperado de un hombre. Se acercó a él para saber qué era aquello que tanto le intranquilizaba.

El beduino estaba sentado en la arena con el rostro escondido entre sus manos. Cuando Dios le preguntó, el beduino sin mirarle, contestó:-He andado mucho en mi vida. Y he visto que a otros pueblos les has concedido riquezas. Has dado fértiles valles para que puedan alimentarse y frescos prados para que el ganado engorde y pueda llegar a ser un gran festín. Hay pueblos que están al lado de grandes caminos por los que, en pocos días, llegan a otros lugares para realizar sus negocios o ver a sus amigos y familia. O para buscar otros parajes nuevos para establecerse y subsistir. Pero… ¿y a mi pueblo? ¿Qué le has otorgado? Estamos rodeados de arena, de extensas llanuras donde no existe vegetación. Tenemos que andar días enteros para encontrar agua que calme nuestra sed y algo de sombra que nos alivie del calor intenso del sol. Nuestros pies descalzos se abrasan y se desangran.

Dios se dio cuenta que en verdad no había sido del todo equitativo en el reparto de su creación. No había sido justo y debía otorgar algún presente para ayudar a vivir a los menos favorecidos. -Deja de llorar beduino, porque os voy a conceder un tesoro como el que ninguno tiene hasta ahora. Y cerrando los ojos y extendiendo sus brazos hacia el cielo Dios llamó al viento del sur. Y el viento acudió veloz a la llamada de su señor.-¡Quiero que te condenses, viento del sur!- ordenó Dios.Y al instante, el viento del sur se condensó.Dios se acercó y tomó una porción en su mano, otorgó su calor y la lanzó al aire.


-¡Voy a hacer de ti una nueva criatura! Vas a ser mi regalo por la injusticia que ha recibido este pueblo en el reparto de la creación. Serás la prueba de mi amor hacia el hombre. Te voy a convertir en un animal de gran belleza y corazón. Serás mi criatura perfecta y te llamaré: caballo.


Y el caballo se recortó sobre el perfil del desierto. Un inquieto y hermoso animal que levantaba la arena con sus movimientos.-Te llamo caballo y vas a ser árabe. Te concedo la mirada penetrante de un águila durante el día y de un búho para orientarte en la oscuridad. Te pido que seas tan resistente al agua y la fatiga como un camello en el desierto pero que a su vez tengas la velocidad de un guepardo. Serás bello en tus movimientos como lo es la gacela y tendrás en ellos el mismo sigilo que un tigre acechando a su víctima. Te otorgo la inteligencia del ser humano, la memoria del elefante y el sentido de orientación de una paloma. En tus cascos dejo la dureza del cuerno de un rinoceronte. Te concedo el color del último momento de un atardecer. Galoparás como si flotaras en el aire y trotarás como si te impulsaras para echar a volar. Serás para tu dueño tan cariñoso como un bebé que busca el regazo de su madre y tan fiel como el perro que corretea a sus pies. Serás veloz en la huída e inteligente y escurridizo en el ataque. Cargarás sobre tu lomo grandes pesos que harán más ricos a los hombres. Tu presencia traerá sosiego a aquel que te sepa amar.




Y entonces, Dios colocó un lucero brillante sobre su frente y dijo:-Y por último, te concedo la vida para que seas tan hermoso como el sol cuando nace desde la mar y como la luna cuando se refleja en el océano. Tu presencia irradiará luz, brillo y calor. Vas a ser mi creación perfecta porque darás ventura y fuerza a aquel que monte sobre ti. Serás su amigo fiel y llegarás a dar tu vida por él. Podrás casi volar sin alas y transmitirás confianza y cariño a tu jinete. Te espera una vida muy dura pero tendrás suficiente tesón para afrontarla.






Y cerrando los ojos y acariciando su frente, Dios gritó:-¡Y nunca olvides, caballo, que del viento eres y con el viento galoparás…!