La librería ambulante

Publicado el 03 mayo 2013 por Xoselois

La librería ambulante

Autor  Christopher Morley (1890-1957)
TraductorJuan Sebastián Cárdenas
  LibroEditorial: PeriféricaEdición: mayo 2012Páginas: 182ISBN: 978-84-92865-50-5 
Mi impresión
Bendita inocencia!!! Con esa sensación me quedo después de esta maravillosa lectura. Y digo inocencia porque esta narración, que tiene casi cien años, nos enseña qué cosas tan simples, pero tan atrevidas, pueden ser una aventura que, en la actualidad, nos podría resultar algo raro para una persona de la edad del personaje principal de la novela: Helen McGill.
Nos encontramos a principios del siglo XX y en una granja rural del estado de Nueva York vive una pareja de hermanos. Él es un escritor afamado y ella se encarga de que en la granja todo funcione a la perfección, como una buena ama de casa. Llevan 15 años en esa situación y ya son, ambos, cuarentones o las puertas de serlo. Ella, aunque asume su papel, importante, está un poco cansada de que él se permita el desaparecer por temporadas completas para adquirir experiencias para sus siguientes trabajos editoriales.
Un día, Helen, en ausencia de su hermano, Andrew, se encuentra ante las puertas de su casa un carruaje un poco extraño con el siguiente texto pintado en un lateral: PARNASO AMBULANTE DEL SEÑOR MIFFLIN; LOS MEJORES LIBROS A LA VENTA:... Roger Mifflin es un personaje extraño, bajo y simpático, calvo y agradable, que se dedica a recorrer el mundo adelante con la finalidad de darle a los libros el papel que se merecen en la vida de la gente que es, como no podría ser otro, el de enseñar, entretener o ayudar a sus lectores con sus contenidos. En resumen, se dedica a vender libros de manera itinerante y, cuando se tercia, hacer compras a precios ventajosos. Pero, al contrario de lo que en principio se podría pensar, el señor Miffin no es como aquellos timadores que viajaban en un carromato destartalado por el viejo Oeste americano vendiendo milagrosas bebidas.
Por un motivo que no voy a desvelar aquí, Helen y Roger comienzan un viaje en el que se dedicarán a vender libros y pasar algunas aventuras que, mediante la narración, parecen más bien un cuento agradable y sensible aunque, a veces, cruel en la descripción de alguno de los personajes.
Leyendo este libro me parecía estar viendo una película en blanco y negro, con pocos fotogramas, de corta duración, pero que hay que ver detenidamente para no perderse nada de lo que realmente se nos quiere contar. Una lectura agradable, mucho, y que me ha hecho sonreir por momentos tanto por la inocencia que emana nuestro principal personaje como por la generosidad de las gentes a las que trata. Para esta lectura hay que trasladarse a una época en que la gente no es como hoy en día. Este libro lo compré el pasado miércoles, el día que en Sevilla comenzaba la feria del libro y lo que me llamó la atención es la segunda parte de este libro, que pasaré a comentar en los próximos días, semanas o meses (porque al ritmo que voy últimamente nunca se sabe), y que espero sea tan bueno como el aquí comentado. Buen fin de semana.
Contraportada del libro
Largo recorrido, 32 Prepárese para entrar en un mundo único y lleno de encanto, donde el tiempo se ha detenido: estamos en la segunda década del siglo XX, en unos Estados Unidos todavía rurales y de paisajes idílicos, donde conviven los viejos carromatos y los novísimos automóviles; Roger Mifflin, un librero ambulante que desea regresar a Brooklyn para redactar sus memorias, vende su singular libería sobre ruedas (junto a su yegua y su perro) a la ya madura señorita Helen McGill, quien decide, harta de la monotonía de su vida, lanzarse a la aventura y recorrer el mundo. A partir de ese momento se sucederán los encuentros y los desencuentros, y las más divertidas peripecias se darán la mano con las grandes enseñanzas que proporcionan libros y librero.
¿Cree en la literatura como forma de consuelo, pero también como invitación a la felicidad? ¿Cree en los libros como amigos y maestros? ¿Cree en el "amor verdadero"? Si es así, La librería ambulante es su novela.  Desde que este clásico de la literatura norteamericana se publicara en 1917 han sido muchos los lectores seducidos por su poder evocador, por el reconfortante humor que destila y, cómo no, por su atención a los pequeños detalles: esas páginas huelen a las hogazas de pan recién sacadas del horno; en ellas se siente el viento de otoño en los abedules. "Cuando tengo ganas de sonreír un poco, para que sean más ligeras las tardes, leo las primeras novelas de Morley." Eugene O'Neill, poco después de ganar el Premio Nobel de Literatura.