Quiero tener confianza en que, siendo tanto el despropósito y tan claras las pruebas, caiga el peso de la ley en el caso de la Gürtel madrileña. Porque cada vez se van descubriendo más y más pruebas de que el gobierno de la CAM está involucrado en este affaire hasta el cuello.
Cada día que se remueven las cuentas de los actos durante los años de la Gürtel --inauguraciones, primeras piedras, celebraciones, saraos y demás zarandajas a los que la lideresa Espe-rancia es tan proclive y de los que no se priva--, la relación de las empresas implicadas y la CAM es absoluta. Tanto la MQM como Easy Concept y otras empresas implicadas, hoy investigadas judicialmente, han prestado servicios a la Comunidad con facturas hinchadas, o simplemente con actividades fantasmas no celebradas, como descubrió la diputada de IU, Reyes Montiel.
Tampoco importa de qué actividad se trata. Da igual tirios o troyanos. Un ejemplo es el servicio prestado, por la empresa MQM a la CAM, por la escenografía del acto de homenaje a las víctimas del 11-M en 2008, que duró cinco minutos y costó ni más ni menos que 118.595 euros. El de este año, una vez descubierta la trama Gürtel, se adjudicó hace meses por la cantidad de 24.099 euros, siendo prácticamente el mismo acto. O sea casi cinco veces menos. Sin escrúpulos, a costa de las víctimas, con dinero de los contribuyentes.
Otro ejemplo es el acto institucional de la noche electoral en 2007 que costó 128.000 euros. Según el diario Público, expertos han podido comprobar que algunas partidas estaban hinchadas, multiplicándose por diez el precio del servicio en el mercado.
Pero a esta mujer no hay quien la pare. Ella sigue a lo suyo. En plena época de crisis la señora condesa consorte ha decidido firmar un acuerdo con el Arzobispado por el que la CAM pagará los gastos de los jóvenes que vengan a Madrid a ver al papa en su próxima visita del año que viene. Una menudencia de unos milloncejos más. Lo importante es perpetuar la ideología neocon y la religión católica, con el dinero de todos los madrileños.
Sólo la Justicia –en la que no confío demasiado— o los votos el año que viene, pueden hacernos despertar de esta pesadilla. ¡Pobre Madrid!
Salud y República