Hay una pregunta que siempre nos hacemos, no sólo quienes escribimos del mundo rural en los distintos medios, es una pregunta que se hacen las gentes que viven aquí, que se hacen los Agentes que transitan el Medio, los forasteros, y que se hacen los políticos, quienes tienen el encargo de darle la vuelta a ese dintel despoblacional que está en boca de todo el mundo. ¿Por qué está tan desprotegido el mundo rural? Dirán ustedes que es normal, que hay poca gente. Algunos, incluso, dirán que el fin de los pueblos está empezando a vislumbrarse, que no tiene sentido alargar mucho más este dolor. Que es una cosa natural e inevitable que pasa cada equis siglos. Y que puede tocarte como a otros les toca ahora el paro o a otros les tocó antes la peste... Quienes hemos nacido en uno de estos pueblos, los que se han pasado toda su vida en ellos, lo vamos asumiendo mientras contamos los vecinos que van quedando en uno y otro sitio.. Es una recta boca abajo que no recupera ya la vertical, que se deshilacha por los bordes, que se encoge en el invierno, que asoma la cabeza por temporadas y que en el verano se deshace víctima de los halagos y los beneplácitos de todo el mundo. Es una línea vieja, que ha soportado el paso de los años, que seguirá estando ahí sin disculparse por el terrible invierno, ni por los secos veranos. Esa línea, real o imaginaria, también se pregunta como todos nosotros por qué le encanta a casi todo el mundo y, por qué, si tanta exclamación de admiración despierta, nadie hace nada para impedir su ocaso.
Imagen: Mirador de Cerradillo o Bocarón de Casavegas, por José Luis Estalayo. Más imágenes en facebook