En la lista de Hacienda hay para escoger, desde empresas de todo tipo a personas particulares, pero sobre todo ricos. Causa “rubor”, aunque no sorpresa, que destacados personajes o grandes firmas comerciales, como Mario Conde (exbanquero) o Victorio&Lucchino (modistos), figuren en una relación de deudores renuentes a contribuir con el bienestar de todos, no sólo en el suyo propio. No causa sorpresa porque sólo los más afortunados, los agraciados por la diosa fortuna, pueden permitirse el lujo de escamotear sus obligaciones con el fisco mediante desgravaciones, inversiones, paraísos fiscales y mil artimañas que no están al alcance de cualquiera. A un trabajador, por cuenta ajena o autónomo, le embargan directamente de la nómina o de sus rendimientos cualquier deuda con la Agencia Tributariay, en general, con cualquier Administración pública. Desde una multa a una tasa municipal que agote los plazos de pago, con sus correspondientes sobrecargos por demora, son deudas que pasarán inmediatamente a ser descontadas de cualquier cuenta bancaria que figure a nombre del deudor, sin posibilidad alguna de reclamación y sin necesidad de figurar en ninguna lista cuya finalidad, al parecer, es únicamente la de dar a conocer la identidad del “moroso”, se sobreentiende que con la intención de minar el prestigio del afectado y causar descrédito personal o empresarial.
Pero, la publicación de una lista de deudores con Hacienda, por mucha curiosidad que despierte entre la población conocer la identidad de sus integrantes, no soluciona el problema de recaudación de impuestos del que adolece nuestra política fiscal. La eficacia de la lista se restringe a satisfacer el “morbo” de unos medios de comunicación ávidos de espectáculo y el de las personas sedientas de historias escabrosas. Ni siquiera sirve para, por miedo al descrédito y la pérdida del prestigio, que los futuros defraudadores o incumplidores de sus obligaciones con el Estado se abstengan cometer tan “impopulares” infracciones. Es decir, no vale para disuadir al futuro infractor o delincuente.
Es evidente que lo más barato y “popular” son las listas de morosos, pero la eficacia contra el fraude requiere otros mecanismos más complejos y costosos, que permitan equiparar la AEAT a la de los países con rigor fiscal de nuestro entorno en cuanto a medios humanos y materiales. Mientras esto no se haga, seguiremos hablando de que Mario Conde o Victorio&Lucchino, entre otros muchos y conocidos, engañan al fisco. ¡Como si no lo supiéramos!