La llamada del Papa

Publicado el 03 enero 2014 por Oscar @olavid25

El Papa Francisco, con una paloma.

El Papa tiene un jefe de prensa que vale su peso en oro. Cada poco tiempo los medios nos traen una historia bien armada, con introducción, nudo y desenlace, como deben ser los buenos relatos. Y un final feliz, claro, porque el Papa es el bueno. No hay ni reproche ni ironía en lo que digo. Hay muchas razones para criticar a la Iglesia católica, y a las otras, pero hoy me da pereza y me dejo llevar porque, a fin de cuentas, sólo es un pecado venial, un pecado que casi ni lo es, que debilita la relación con Dios, pero no la rompe.

La última del Papa va de que ha llamado por teléfono a un convento y no se ha puesto nadie. Lógico, con la escasez de vocaciones que hay. Y va el Papa y deja un mensaje en el contestador, como si fuera Miguel Gila: “¿Qué andarán haciendo las monjas que pueden atender? Soy el Papa Francisco, quiero saludarlas en este fin de año”, dicen que dijo. Me imagino la cara de Sor iPhone, la encargada del teléfono y los nervios, y la llamada de la madre superiora a toda la comunidad (son cinco) para que dejen todo y formen frente a la centralita. “De aquí no se nueve ni… nadie”.

Francisco llamó a las carmelitas de Lucena, en Córdoba (España) porque debe conocer a alguien allí. “Pues si eso, ya lo intento luego otra vez”. Por la tarde, pudo darle a la sin hueso con Sor Adriana, que es argentina, como otras dos colegas, y lo puso al día. Por porcentajes, ganan las del país de nacimiento del Papa, tres de cinco (60%). El resto del convento se lo reparten una venezolana (20%) y una española de Lucena (20%). Ya veo a este hombre interesado por los dulces y decepcionado porque las monjas sólo hacen ropa para bebés (que al Papa ni le va ni le viene), cuadros (que ya tiene) e imágenes del niño Jesús (que le pegan más).

Como recuerdo, Francisco ha prometido a sus amigas un ejemplar de lo último que ha escrito, una exhortación titulada Evangelii Gaudium, que es algo así como el último post. «El manjar más delicioso para el demonio es la tristeza», dice el Papa en este documento. Muy bueno. Yo se lo recomendaría al fiscal egipcio que se ha empeñado en investigar los mensajes subliminales que una marioneta distribuye por televisión. El muñeco se llama Abla (sin hache) y es protagonista de los anuncios de Vodafone en el país vecino (vecino de España por Mediterráneo, digo) y parece que va con los Hermanos Musulmanes. Los de Vodafone alucinan porque acusan a Abla Fahita de dar instrucciones para cometer atentados.  Hay que ver, el Papa y el diablo se valen de las mismas armas.