Entre la inmensa oferta lectora que se exponía en la Hispacon 2018, me decidí por este libro por la solapa de la cubierta que decía: Una aventura al estilo Goonies en el Cádiz de los 80. Una buena combinación pensé, siendo como es los Goonies una de mis películas favoritas de siempre, y el escenario gaditano con su gracia un gran atractivo. A esto se sumó la ocasión de que el autor estuviera allí presente y que aparte de dedicarme el libro pudiera charlar un rato con él, lo cual es siempre sumamente interesante y productivo.Una vez terminada su lectura, me pregunto qué hace un lector adulto como yo leyendo un libro juvenil como éste. Y la respuesta es clara, porque la trama sucede en la época en la que yo tenía la misma edad que los protagonistas, y esto crea un nexo de identificación entre nosotros. Por otra parte, y como se comentó en la Hispacon, no hay razón alguna para que al llegar a la edad adulta dejemos de leer libros de fantasía o de temática menos enfocada para estas edades.Pero lo que realmente descubre el lector es que el verdadero protagonista de la historia no es el grupo de jóvenes que van descubriendo misterios por Cádiz, sino que es la misma ciudad con sus escenarios la que se lleva el mérito de presidir la novela. Me invitaba el autor a visitar la ciudad y recorrer los mismos caminos que se exponen a través de las páginas del libro; y ahora que lo he leído, la invitación me resulta aún más interesante, sobre todo para mí que no he tenido la oportunidad de pisar sus calles hasta el momento. Quizás por este desconocimiento, he echado un poco en falta un plano o mapa anexo al libro que pudiera servir de guía y orientación de estos recorridos. Quizá sea una buena idea para nuevas ediciones, pues se intuye que la historia puede continuar y que la capital gaditana esconde aún más secretos por descubrir.