Una de las asignaturas que más he disfrutado en mi época de estudiante y más satisfacciones académicas me ha dado, es la historia, en todas sus manifestaciones y en todas sus épocas, sin embargo siempre hay periodos que te atraen más que otros y como lectora los libros ambientados en la II Guerra Mundial y el nazismo siempre me han seducido.
Cuando comencé La llave de Sarah, pensé que me encontraba ante un libro más ambientado en ese oscuro, cruel e inolvidable periodo de la Historia mundial. Pero no podía estar más equivocada, esta novela narra un episodio para mí desconocido, que me llenó en un principio de desconcierto y me hizo ver hasta qué punto el mal no se encontraba sólo alojado en la Alemania nazi.
Encarar la reseña de un libro tan lleno de emociones ultimamente me esta costando demasiado, no se si porque las circunstancias personales influyen en la lectura, o bien en las impresiones que te causan, pero veo que me cuesta bastante expresar mis impresiones.
Me gustaría prevenir un poco en contra de la sinopsis de este libro, creo que revela demasiado, y a mi personalmente me gusta que me creen un poco de expectativa, si bien es verdad que lo que revela sale muy pronto en el libro, descubrirlo por uno mismo tiene su encanto.
Antecedentes:
Contrariamente a lo que pudiera parecer, Francia antes de la invasión alemana ya poseía campos de concentración, fueron creados para albergar a los españoles que huían del régimen franquista, que fueron entregados a los alemanes posteriormente y trasladados a campos en su territorio, muy pocos lograron sobrevivir.
Desde 1940 las autoridades francesas tenían controlados a los judíos, sabían sus direcciones y los obligaban a llevar una estrella amarilla que los identificaran. En el proceso de conocer donde vivían jugaron un papel muy importante las porteras de los edificios que se dedicaban a denunciarlos. Los hombres solían esconderse por las noches pensando que solo ellos estaban amenazados, sin previo aviso les caía la policía y se los llevaba. Lo que no esperaban miles de judíos franceses, es que aquella madrugada del 16 de julio de 1942, los gendarmes actuaran con premeditación y alevosia contra familias enteras, a las que confinó durante cinco días sin casi agua y comida en el conocido velódromo de invierno.
Este fue el primer paso, de uan cadena de humillaciones y vejaciones, después fueron conducidos a campos de concentración donde separaron primero a los hombres de las mujeres y los niños, y días más tarde a los niños de sus madres. Lo peor de todo la reacción de los franceses, que se dedicaron a mirar hacia otro lado y a ocupar las casas que lo judíos dejaban vacías, sin hacerse preguntas.
Argumento:
Este es el escenario del que parte La llave de Sarah, cuenta la historia de una niña judía, y como vivió esos acontecimientos, como su candor y su confianza le llevó a cometer un error que no pudo superar de por vida y la marcó para siempre de una forma irremediable. Creo que es un acierto haber comenzado la historia con la voz de una niña que no parece entender muy bien porque el ser judía es algo tan malo y merece un castigo tan grande.
Sin embargo no es sólo la historia de Sarah, es también la de Julia Jarmond, una periodista americana, francesa de adopción por matrimonio, que ve como su relación va rompiéndose en pedazos mientras reforman el piso de la abuela de su marido. El aniversario del Velódromo de invierno, destapa la caja de pandora. Julia tiene que escribir sobre un hecho que no conoce, y al investigar se da cuenta de que todos los hilos le llevan a esa casa que están reformando y a su familia política los Tézac. Mientras los pocos que saben algo guardan silencio y siguen sufriendo por el pasado.
Ambientación:
Una trama se mueve por el Paris de la II Guerra Mundial, los campos de concentración franceses, y la campiña donde la gente estaba bastante más concienciada y sobre todo lejos de la ciudad podía actuar de una forma más libre, aunque no exenta de peligros. En esta parte la protagonista absoluta es Sarah, una niña judía francesa, de ascendencia polaca, que ve cambiar su mundo poco a poco, hasta convertirse en un infierno, del que por más que luche por salir, se verá encerrada mientras viva.
La segunda trama que en un principio pensaba que podía restar gracia a la novela se desarrolla en el Paris actual, en un pueblecito italiano y en América, muchos escenarios para una investigación que terminará poniendo a Julia entre la espada y la pared, la acercará a su suegro y la alejará aún más de su marido. Muchas emociones para una mujer que tiene que tomar decisiones muy importantes y no siempre acierta, y que sólo contará con la ayuda de una adolescente muy madura, pero al fin y al cabo una niña.
En un principio ambas tramas parecen tan diferentes que no tengan nada en común, sin embargo, confluyen en un momento determinado, quizás el más conflictivo para Julia, cuando se da cuenta de que su familia política puede ayudarle en la investigación. En ese momento Julia conoce a la Sarah niña, y se dedica a buscar su rastro para redimirse ella misma y redimir a sus suegro, aunque en ocasiones lo hace de forma muy obsesiva. Es en esa búsqueda cuando llegamos a reconstruir, que paso con Sarah y como fue su vida arrastrando ese secreto que tanto daño le hizo. Pudimos ver a una niña hecha mujer a golpes que no fue capaz de sonreír francamente, ni de olvidar el pasado, una niña a la que destruyó el odio y no fue capaz de empezar de nuevo en un continente distinto, lejos de todo lo que conoció.
Personajes:
Sin duda me quedo con Sarah y esa carga trágica que conlleva, la evolución del personaje tanto cuando ella cuenta la historia, como cuando la reconstruye Julia es muy veraz y creíble, parece que puedas sentir con ella esa desazón que la reconcome. Protagoniza historias de gran calado emotivo.
Aunque hay otro personaje que me llegó al alma y ese fue el suegro de Julia, ese hombre altivo que terminó desmoronado cuando el pasado le alcanzó de esa forma tan vehemente, que no fue capaz de mantener esa prestancia que le caracterizaba, porque olvidar nunca ha sido fácil y él no lo había hecho. La hija de Julia también merece un aparte, muy madura para su edad, casi más una amiga de su madre que su hija, aunque no es un personaje al que le dedique mucho espacio la autora, está muy bien trazado.
No he soportado al marido de Julia en ningún momento, ese hombre encantador frente a los demás que se dedicaba a machacar a su esposa, con el consentimiento de esta, me sacó de quicio de principio a final… demasiados hombres hay como él, dandis en el exterior y ogros de puertas para dentro.
Impresiones:
No hay que olvidar que narra unos hechos reales, y por lo tanto hay tramos de la novela que se hacen muy duros de leer, la fuerte carga emotiva te llega al alma y te traspasa, sin embargo es una nueva forma de afrontar el holocausto nazi, desde otra perspectiva y narrada al principio por la voz de una niña, que lo ha perdido en poco tiempo todo. Por lo tanto aconsejaría no encarar la lectura de este libro en momentos de bajón emocional, para poder disfrutar, si es que esa es la palabra adecuada, de la belleza de esta narración y de esta historia, que puede ser la de miles de judíos franceses.
Europa no ha podido digerir todavía esa etapa, en la que los hombres se creyeron dioses y dispusieron a su antojo de la vida de otros seres humanos, apelando no sé muy bien a que, porque en Francia la supremacía aria no tenía demasiado sentido, y no digamos en Polonia… Y es bueno que existan este tipo de testimonios novelados que nos impidan olvidar que hechos tan lamentables sucedieron, y que no pueden volver a pasar.
A pesar de todo el dolor que se muestra en sus páginas es una novela que se lee de forma ágil, porque en todo momento deseas saber que ha sido de Sarah, y las hojas van pasando ellas solas. Los diálogos en la parte actual son bastante fluidos, lo que aporta ligereza y rapidez en la lectura.
Hacía tiempo que quería leerla, sin embargo, no fue hasta que me tope con ella frente a frente que decidí que había llegado su momento, la leí en periodo de convalecencia y me duró un suspiro, creo que la liquidé en unas tres tardes, sin embargo la reseña se ha hecho esperar mucho y supongo que alguna de aquellas primeras impresiones se habrán perdido para siempre. Sin embargo sin temor a equivocarme puedo recomendar esta lectura para todo tipo de público. A mí me ha servido para aprender sobre un episodio que desconocía, y de paso para darme cuenta de que no solo los alemanes cometieron autenticas barbaridades…