A comienzos de enero de 1808, unos meses antes del inicio de la guerra, llegaron a Palencia unos 3.000 soldados franceses. Este hecho supuso un incremento considerable
de la población y el inicio de numerosos problemas para poder facilitarles
alojamiento y comida, tarea nada sencilla en una ciudad que, en esas fechas, no
llegaba a los 9.000 habitantes (2). Por si eso fuera poco, la tropa albergaba gran cantidad de enfermos. Las cifras varían según los documentos, pero debían ser entre 500 y 600 soldados (3). El Hospital General resultaba insuficiente para tantos hombres y por este motivo hubo que utilizar como hospitales “la casa del deán y cabildo (...) y la casa del Hospicio antiguo” (4). Además de emplear esos locales, hubo que pedir a los pueblos cercanos que facilitaran camas de sus hospitales, cofradías y
obras pías. De Ampudia, por ejemplo, llegaron 300.
Durante el resto del conflicto otros pueblos aportaron también camas, además de sábanas y mantas. Aparte de los enfermos, hubo que buscar acomodo al resto de la tropa. Inicialmente se intentó alojarlos en los cuarteles, pero el espacio allí disponible era insuficiente. Más adelante, cuando la guerra ya había comenzado, los franceses ocuparon los conventos de San Francisco, Santo Domingo y San José, convirtiéndolos en bases militares de sus tropas. También las religiosas Agustinas se vieron obligadas a acoger soldados.
Del mismo modo, los franceses ocuparon los mesones de la ciudad. Los mesoneros emitieron continuas quejas por los destrozos que los soldados ocasionaban en sus establecimientos y, sobre todo, porque las habitaciones que ocupaban no las podían alquilar, con el grave perjuicio económico que esa circunstancia les ocasionaba.
“Francisco López, Mateo Peñalba, Juan Durán, Manuel Peñalba, Antonio Castilla, Bernabé Gonzo, Juana Fuidio y Manuel Quintana, dueños y arrendatarios de casas de mesón y posadas, piden se les indemnice por los perjuicios por la falta de hospedajes derivados de la ocupación que sufren por
las tropas francesas” (5)
Los oficiales, por su parte, fueron alojados en domicilios particulares. Nadie quería tener a esos inquilinos y, por este motivo, las demandas presentadas ante el Ayuntamiento solicitando la exención de esa obligación fueron numerosas, aunque todas rechazadas. Algunos vecinos tramitaron incluso sus expedientes de hidalguía, con la esperanza de beneficiarse de la normativa que excluía del deber de alojamiento de tropas a la población de condición noble, pero el Ayuntamiento hizo caso omiso a esa normativa. No podía permitirse ese lujo.
La manutención fue también un grave problema. La ciudad tuvo que hacer frente al coste de alimentar a 3.000 soldados y a sus caballerías e, incluso, dotarles de ropa. Los almacenes municipales quedaron vacíos y hubo que recurrir a impuestos extraordinarios, préstamos forzosos y ventas de propiedades para satisfacer las demandas francesas. Llegó incluso a proponerse la expropiación temporal de bienes de particulares, a los que se abonaría un 3% de interés hasta que les fuesen devueltos esos bienes (6). Por suerte para la población esta medida no se llevó a cabo. También se propuso hacer un inventario de la plata de los habitantes de la ciudad, estableciendo sanciones para los que ocultasen su posesión (7).
La situación fue, por lo tanto, crítica desde el primer momento. La comisión encargada del abastecimiento de las tropas expuso en agosto de 1808 que ya debía 300.000 reales y añadió que iba a necesitar un millón. La ciudad fue movilizada. El Cabildo prestó harina, granos y 20.000 reales, el gremio de comerciantes otros 50.000 reales y el de La Puebla 52.000 más. Por su parte, los representantes de los hacendados aportaron otra cantidad sin concretar (8). Los cosecheros de vino entregaron 5.000 reales y los labradores expusieron no tener nada que ofrecer, aunque Manuel Diez aportó en su nombre 1.000 reales y Juan Manuel Gutiérrez otros 1.000. A ellos se unió el tesorero de rentas reales con dos bueyes, cuatro novillos y 2.000 cántaros de vino (9).
Aun así, todo lo reunido resultaba insuficiente, ya que las demandas iban en aumento. Los franceses llegaron a reclamar 2.000 pares de zapatos y 1.000 capotes, dando un plazo de ocho días para recibirlos. Algo imposible, aunque se hubiese dispuesto del dinero para abonar esos pedidos (10). Estos datos nos ayudan a hacernos una idea de las elevadas exigencias de la tropa y de la carga económica que sufrió la ciudad, con el consiguiente desabastecimiento y encarecimiento de los precios. Algunos meses después, en abril de 1809, el Ayuntamiento fue informado de que iban a llegar a la ciudad 2.000 soldados de caballería y 4.000 más de infantería. Ante este anuncio, las autoridades locales se vieron obligadas a tomar un crédito forzoso de los gremios y vecinos:
“Manuel Mozo ofreció por cuenta del real noveno y escusado, entregando de forma anticipada 120.000 reales. El gremio de comerciantes deberá entregar 400.000, el de la Puebla 300.000, el de curtidores 80.000, el de estameñeros 40.000, el de taberneros 30.000, el de tenderos de legumbres y menudencias 100.000, Josef de Ribas 60.000, Josef Pastor García 80.000 y Gregorio Poncelis 80.000, lo que hace 1.290.000 rs.” (11) En 1812, para hacer frente a tanto gasto, se llegó a poner a la venta el valle de San Juan, el prado del término de Torrecilla y varios edificios propiedad del Ayuntamiento (12). El 2 de mayo volvió a realizarse un préstamo forzoso entre los vecinos por casi tres millones de reales (13). Algunos fueron encarcelados por negarse a dicho pago, entre ellos Manuel García Durango y Gregorio Poncelis (14).
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(2) Archivo Municipal de Palencia (en adelante AMP), Actas Municipales, 12 de enero de 1808.
(3) AMP, Actas Municipales, 7 de febrero de 1808 y 5 de marzo de 1808.
(4) AMP, Actas Municipales, 7 de febrero de 1808.
(5) AMP, Actas Municipales, 10 de diciembre de 1808. Hay otra reclamación anterior del 13 de agosto de 1808. El 22 de enero de 1809 Juana Fuidio fue indemnizada. El 27 de enero de 1809, Francisco Alonso Maestro, como arrendatario del mesón de la fruta, volvió a reclamar los daños que había sufrido. Convento de las Agustinas, al principio de la calle Mayor, uno de los edificios ocupados por los franceses para alojar a sus tropas. Los soldados también ocuparon los monasterios de San Francisco, Santo Domingo y San José (AAE, L. Roisin).
(6) AMP, Actas Municipales, 7 de julio de 1808. Esta propuesta se volvió a intentar unos días más tarde, cuando el intendente provincial expuso que no disponía de fondos para librar al Ayuntamiento, urgiendo a éste a que los buscase entre los particulares dándoles documento de seguridad al 3%. El Ayuntamiento volvió a negarse. 19 de julio de 1808.
(7) AMP, Actas Municipales, 7 de julio de 1808.
(8) Se sabe, por ejemplo, que José Pastor adquirió el compromiso de entregar 6.000 reales de vellón.
(9) AMP, Actas Municipales, 16 de agosto de 1808 y 18 de agosto de 1808.
(10) AMP, Actas Municipales, 20 de diciembre de 1808.
(11) AMP, Actas Municipales, 11 de abril de 1809.
(12) AMP, Actas Municipales, 11 de abril de 1812.
(13) El AMP conserva el listado de las personas obligadas a realizar el préstamo, con la cantidad asignada a cada uno. Actas Municipales, 2 de mayo de 1812. En las actas de las sesiones siguientes pueden leerse numerosas quejas de dichos contribuyentes ante la cantidad exigida.
(14) AMP, Actas Municipales, 23 de mayo de 1812. En los días siguientes hay referencias a más encarcelamientos.
Javier de la Cruz
Aruz ediciones, Mayo de 2017