La locura de lord Ian Mackenzie - Jennifer Ashley

Publicado el 17 febrero 2013 por Marijo

Título original: The Madness of Lord Ian MacKenzie

Editorial original: Leisure Books / Mayo 2009

ISBN original: 0843960434

Editorial: Ediciones Pàmies, Phoebe / Septiembre 2011

Serie: 1º Hermanos MacKenzie

E n la Gran Bretaña de 1881, los hermanos Mackenzie son ricos, poderosos, peligrosos, excéntricos... y escoceses.

Los escándalos y rumores que les envuelven, las habladurías sobre sus amantes y sus oscuros apetitos, tienen alborotado a todo el país. Cualquier dama sabe que si es vista con ellos perderá la reputación de inmediato.

El menor de ellos, lord Ian, es conocido como el Loco Mackenzie porque ha pasado gran parte de su vida recluido en un sanatorio mental. Sin embargo, eso no impide que sea un hombre fuerte y atractivo con una gran inclinación por las tazas de porcelana de la dinastía Ming y las mujeres hermosas.

Beth Ackerley irrumpe de repente en su vida. Ella es una joven viuda que acaba de heredar una gran fortuna tras una infancia desafortunada y un breve pero feliz matrimonio. Ahora, Beth ha decidido que no quiere más sobresaltos. Sólo desea vivir en paz, viajar, ayudar a los desfavorecidos y recordar con cariño a su fallecido esposo.

Pero entonces, lord Ian Mackenzie decide que tiene que ser suya...

H ay ocasiones en las que, sencillamente, te enamoras de un libro.
No lo puedes soltar y, al mismo tiempo, no quieres que termine...

Vuelves atrás intentando alargarlo un poco más, te recreas en las frases, repites las palabras mentalmente. Eso es lo que me ha ocurrido a mí con "La locura de lord Ian Mackenzie". Lo que sentí una vez comencé a leerlo fue un flechazo a primera vista.

Confieso que me llamó la atención por el tema -innovador e inquietante a la vez-, porque ganó el Romantic Times en el año 2009 en una de las categorías de romance histórico y porque sus puntuaciones en todas las listas -desde Amazon a Goodreads- son altísimas. Sin embargo no esperaba encontrarme lo que me encontré: una preciosa historia de amor con unos protagonistas y unas circunstancias muy poco convencionales.

Lord Ian Mackenzie es el menor de los cuatro hermanos Mackenzie. Cada uno de ellos con sus peculiares "excentricidades" empezando por Hart, el mayor y duque de Kilmorgan, y continuando por los otros dos hermanos, Mac y Cameron; vivencias que iremos descubriendo en sus respectivos libros, aunque en éste tenemos una pincelada inicial de cada uno.

Ian -mi pobre Ian- tiene un problema: está loco. O más bien le consideran un loco. Se pasó diez de sus apenas treinta años recluido por su padre en un sanatorio mental donde experimentaron con él infinidad de terapias para despojarle de sus rarezas; desde baños helados a corrientes eléctricas, por lo que padece horribles jaquecas. Pero a Ian lo único que le pasa es que tiene un trastorno conocido como Asperger (una forma leve de autismo), algo que, aunque hoy en día se conoce y se trata, entonces no se había diagnosticado todavía. Ian posee una inteligencia prodigiosa y una memoria fotográfica

Ian recordó el anuncio en el Times. Lo recordaba literalmente, porque todo lo recordaba literalmente.

Piensa que no puede amar

No espero amor de ti. No podría corresponderte.
Y le cuesta muchísimo identificar lo que sienten los demás Siempre tenía dificultades para descifrar los sentimientos de otra persona, pero el desasosiego que percibió en ella traspasó incluso la neblina de su mente.

Además, no sabe mentir. Todas estas peculiaridades sirven para plasmar a un héroe inocente y conmovedor pero a la vez fuerte y determinado, un hombre que despierta nuestra curiosidad y nuestra compasión.

Beth es... Beth. Es la única mujer en el mundo capaz de conocer todos sus secretos, sus rarezas y, a pesar de ello, amarle

No le veo como el aristocrático lord Ian Mackenzie, hermano de un duque, un caballero inalcanzable para mí, ni tampoco como el Loco Mackenzie, un excéntrico individuo de mirada perdida, origen de multitud de rumores. No, para mí es simplemente Ian.

Viuda desde hace nueve años, Beth tuvo que trabajar de acompañante para una anciana, la singular señora Barrington, que al morir la convirtió en heredera de su fortuna y del resto de sus bienes. Ella sí ha conocido el amor, puesto que estuvo enamorada de su difunto marido, pero ahora ha superado esa etapa y sólo quiere disfrutar una plácida existencia.

En ese momento crucial de su vida es cuando Ian se cruza en su camino y decide que tiene que ser suya.

Lo que más me ha gustado del libro es la manera en que está narrado. La autora no nos lo da todo mascadito, nos lleva -incluso nos obliga- a pensar. Gracias a Dios ni hiperadjetiva las frases ni usa una yuxtaposición en cada párrafo, tampoco nos planta un gerundio cada dos por tres, ni falta que le hace, tiene otros recursos; nos enreda en la trama, nos va soltando pistas como pequeños caramelos y hemos de ser nosotros los que tenemos que ir uniendo todas las piezas del puzzle en nuestra cabeza. A veces, sobre todo en los diálogos, juega con lo que sabe el lector pero no los personajes al más puro estilo Lubitsch, y otras utiliza nuestra propia imaginación para despistarnos por completo. Pero desde luego, de lo que no cabe duda, es de que Jennifer Ashley no da puntada sin hilo.

Sobre Ian pesan las sospechas de haber asesinado a dos prostitutas, asunto en el que también parece estar involucrado su hermano mayor, el duque. En este tema, es donde la autora más nos enreda, utilizando esos hechos más oscuros para mostrarnos todavía un poco más las inquietudes e interioridades de Ian.

Me resultó impresionante poder asomarme a la mente de Ian y ser testigo de cómo se va enamorando de Beth. Porque a pesar de decir que no puede sentir, Ian siente, y siente mucho. Siente inquietud por lo que le rodea, siente gratitud por sus hermanos, siente deseo por Beth... siente dolor, tristeza, amor, solo que, al contrario que los demás, -y ésta sí es la verdadera explicación a lo que le ocurre- no sabe identificar sus emociones, y considera que tiene unas limitaciones que resultan no ser ciertas.

No sé... me faltan las palabras y me sobran sentimientos. Espero haber podido transmitir una mínima parte de lo que este libro me ha hecho sentir a mí.