Revista Psicología

La locura – una adaptación perfectamente racional a un mundo enfermo

Por Peterpank @castguer

La locura – una adaptación perfectamente racional a un mundo enfermo“La locura – una adaptación perfectamente racional a un mundo enfermo”.

Ronald David Laing.

Historia, realidad, verdad.

[…] Partimos aquí del trabajo de Serafín Vegas González. El profesor de Alcalá escoge, en El Quijote desde la reivindicación de la racionalidad; y  a modo de pre – texto, la literatura cervantina, y de modo más concreto a Don Quijote, con la idea última de acercarnos a una posición intelectual de honesta defensa de posibilidad de lo racional.

Conceptos entonces en torno a racionalidad, razonabilidad, verdad o realidad son expresados y expuestos con sobresaliente habilidad – en lo filosófico y en lo literario – por el Maestro; que de manera en extremo certera, elige a la principal figura cervantina para acercarnos a su propia posición en torno a problemas extremadamente serios en Filosofía e Historia.

Alonso Quijano, entre la crisis cristiano – bajo medieval y los albores de la modernidad, representa en términos filosóficos y literarios un muy acertado pretexto para guiarnos en el estudio del despliegue de lo racional y razonable en la Historia, del mismo modo que nos ilustra en relación con el modo en el que diferentes propuestas en Epistemología, con su carga de racionalidad posible, pueden dar en ser, en un momento determinado, descartadas por individuos o sociedades en la Historia.

De este modo, en los albores de la modernidad occidental, la locura de Don Quijote nos habla de conjuntos de marcos cognitivos, valores y razonabilidades en un momento histórico dado tenidos ya por abiertamente irracionales y demenciales.

Son entonces límites no solamente tecnológicos o meramente económicos, con P. Vilar; sino también intelectuales los que nos explican el naufragio cristiano – bajo medieval, que comienza entre los siglos XIV y XV, aún imponiendo fuertes pervivencias, a abrirse a la posibilidad del ensayo moderno. Además, Serafín Vegas González nos instruye en torno a continuidad, discontinuidad y fragmentación en lo relativo a posibles – negativas idealizaciones en Historia de la Filosofía o Historia académica. Idealizaciones que pueden apartarnos de posiciones realistas, racionales, razonables y con verdad.

Frecuentemente vemos, cierto, reducida la idea de Modernidad a Ilustración, aún a Ilustración continental, cuando realmente la problemática en relación con este particular resulta de largo más compleja antes y después del mismo siglo de las luces. En Occidente, de hecho, ha existido más de un ensayo Moderno y más de una Ilustración; y esos esfuerzos en torno a Razón y Estado – entre otras cosas – se han vinculado a tradiciones previas y acontecimientos históricos también diferentes y no sincrónicos.

De la misma forma, los sustratos culturales y religiosos de fondo son diversos en Occidente ya en el momento de aparición de ensayos político – institucionales proto – modernos en España, Francia o Inglaterra, por citar algunos de los más viejos estados de Europa.

Así las cosas, Frankfurt, Foucault o MacIntyre han hablado generalmente de una suerte de Modernidad unitaria realmente hoy puesta en tela de juicio por no pocos autores en el ámbito de la Universidad y de las propias Humanidades.

Aquella Modernidad unitaria a la que apuntamos, es en más de un sentido matriz de racionalidad para modos de pensamiento populares en la academia y fuera de ella; y, desde luego, se sitúa en el origen de enfoques racionalistas – utópico – delirantes que se vinculan con diferentes disciplinas que van de la Economía Política a la Teología o la Psicología.

Y es aquel modo de concebir el racional tan del dieciocho – continental, el que parece fosilizado eventual y contextualmente, cerrando ocasionalmente posibilidades de evolución, de corrección de marcos o de bases morales – valorativas de referencia y fondo; alumbrando y fomentando consecuentemente el desenvolvimiento de modelos de acción económica, política y otros mal relacionados con la Historia – Mundo.

[…] Ante el hecho ciertamente contrastado de la historicidad de lo pensado y de lo pensable; ante la evidencia de la historicidad de racionalidades y razonabilidades – posibles, de lo epistémico, resulta entonces central para nosotros el debate en relación con eventuales criterios en torno a las posibilidades y el potencial racional de tradiciones, lenguajes y marcos en la Historia.

José Ramón Álvarez Layna.


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