En estos momentos, la losa que pesa sobre la economía española es, sobre todo, la morosidad “oculta” de la banca. Dicha morosidad, en un 90% consecuencia de la explosión de la burbuja inmobiliaria, no se ha plasmado en las cuentas de la banca en su totalidad, y lo bueno es que todo el mundo lo sabe, aunque el establishment se empeñe en ocultarlo, confiando en que el tiempo haga más fácil tragar la píldora, o incluso que el paciente se reponga y no deba tomarla.
Si la banca reconociera de verdad su morosidad hay quien dice que tendríamos un año o dos sin beneficios bancarios. Yo no me atrevo a cuantificar su impacto. Hay muchos que consideran que ocultarlo es peor que reconocerlo. Tampoco me atrevo a decir quien tiene razón. Quizás reconocer la pérdida haya funcionado en los países anglosajones, pero en un país latino puede que sea más prudente ir tragándose el problema poco a poco. Pro, por otro lado, la incertidumbre hace pensar a muchos que el problema pueda ser peor de lo que realmente puede que sea.