Y aquí seguimos, con las mismas ganas de siempre, con los mismos objetivos, con más años, más experiencia, más experiencias, y en un nuevo proyecto político.
Nuevo proyecto que hunde sus raíces en lo más profundo del conflicto capital-trabajo, y que además recupera para la izquierda lo que nunca debió abandonar, el Estado como vertebrador de los derechos y de las conquistas sociales y la clase trabajadora como sujeto principal.
Desde últimos de los años ’80 la izquierda en su conjunto ha ido dando saltos en el vacío y entrando en una espiral sin sentido de usurpación de las competencias del Estado en una actitud provinciana que tiene más que ver con su incompetencia para dar alternativas a la profunda crisis surgida tras la derrota de los países del «socialismo real» que con una capacidad para ver, trasladar, teorizar y difundir las ideas de emancipación y libertad de la clase trabajadora y que ha ido desembocando en alianzas contra-natura con
quienes propugnan el nacionalismo como eje vertebrador de cualquier transformación.
De esta manera encontramos que en nombre de esa izquierda, se condenan actitudes ultraconservadoras cuyo discurso único es la defensa de la integridad de España pero que sin embargo abogan por el vaciamiento total y sistemático del Estado para transformarlo en un todo se vende y privatizarlo hasta sus
cimientos; pero a su vez en nombre de no se sabe que sacrosanto derecho aplauden, animan y establecen alianzas con los mismos que quieren fragmentar derechos sociales, laborales y de clase vaciando hasta el infinito al Estado social, enfrentando trabajadores en función de su partida de nacimiento y yendo aún más allá en nombre de los derechos de sangre al más puro estilo medieval de relación señor-siervo.
No hay más que leer algún breve texto de Heribert Barrera, Sabino Arana, Xavier Arzalluz, Torra, Puigdemont…
Desde este nuevo proyecto político, que hoy es un laboratorio de ideas, de El Jacobino, reivindicamos que la clase trabajadora es el sujeto principal para la transformación de la actual democracia en una democracia avanzada, y que como tal nos reclamamos parte de la izquierda para la transformación de la sociedad, no como un lobby de presión en lo que se han transformado otras organizaciones que en su día fueron instrumentos sociales y que hoy no dejan de ser meras comparsas de la casta social y política a la que dijeron combatir; y por otro lado reclamamos como eje vertebrador para la consecución de los objetivos
políticos y sociales al conjunto del territorio de España, sin discriminaciones ni fiscales, ni de lengua, ni consanguíneas, ni de salud, ni de legislación laboral, ni educativas, ni de ningún tipo que pueda parecer que una persona es más importante que otra en función del territorio en el que viva.
De esta forma, reclamamos para la izquierda lo que nunca debió desaparecer de su ideario y de su argumentario, lo que los grandes líderes que estuvieron en el cuerpo legislativo de la II República, los que estuvieron en las luchas sindicales a lo largo de todo el siglo XX, los que estuvieron en la defensa y en la lucha por la democracia, la amnistía y la libertad de todos los presos políticos durante los oscuros años de la dictadura franquista, y no es otra cosa que ningún trabajador español es distinto a otro sólo porque haya nacido en una determinada región, provincia o localidad.