Ayer he leído en el diario vozpópuli un artículo que casi me electrocuta, a pesar de lo corriente que son en mi país las mamandurrias en él descritas (y otras). Como ya estamos hechos a las descargas de los más (o menos) nobles, incluso de los Más y camarilla, así con mayúscula, apenas le hizo cosquillas al cayo de la costumbre. Los contribuyentes madrileños pagaron durante nueve (9) años el recibo de la luz de la vivienda particular de Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, grande de España, condesa consorte de Bornos y ex condesa consorte de Murillo, aristócrata y política española, presidenta del Partido Popular en la Comunidad de Madrid, actual portavoz – yo diría porta alaridos – del Grupo Municipal Popular y concejala en el Ayuntamiento de la capital de España, licenciada – para más señas – en Derecho (y en retorcido), ex ministra de Educación y Ciencia, ex presidenta del Senado y de la Comunidad de Madrid.
A ver, normal, no le vamos a pagar la luz ni nada que ilumine la vida a un 426 eurista de mierda sin blasón alguno y que ostenta a lo sumo el título de Marqués del Contenedor, arraigado linaje de Bajoelpuente, siendo por tanto un minúsculo de España. Según los cálculos (del riñón madrileño) hablamos de una horquillita que va de 200 a 300 eurillos al mes (entre 21.600 y 32.400 € al año), una bagatela si nos atenemos a los lamentos de la teta pública, que ni tiempo le dan a ponerse el sujetador.
En honor a la verdad fue el Gobierno de la Comunidad quien decidió unilateralmente que todos los madrileños pagaran las facturas mientras la interfecta (imperfecta, como decía un ignorante amigo) presidió la Comunidad de Madrid, facturas correspondientes al consumo energético del palacete (1.000 metros cuadrados) que habita ilustrísima y familia en el castizo barrio de Malasaña, que no podría tener nombre más ad hoc desde que lo frecuenta tal dama. Claro, también en honor a la verdad, que es lo único que se le permite a este bonito nombre, cabe decir que desde los pedestales de las altas ocupaciones quizás no alcanza la vista a distinguir una factura pública de otra privada, o tal vez sea la voluntad la que se empeña en no hacerlo.
Los mosqueteros de Aguirre afirman que la única luz que se ha pagado en esos años corresponde a la garita de seguridad que da acceso al palacete de la expresidenta, dentro de la propia vivienda. Es la primera garita de seguridad que conozco que tiene factura propia, es posible que incluso tenga ya un contador inteligente para que los tontos de España (título pendiente de reconocimiento) traguemos como siempre. A ver si se le ha colado en la garita algún perro-flauta electrónica que conecta el instrumento del poder al enchufe de la caseta, ¡y hasta un calefactor!, que de estos rojos morados infectados de la Venezuela se puede esperar cualquier cosa.
Di que si, Esperanza perdida, di que si a Carmena, la alcaldesa de Madrid, le hubiesen pagado con dinero público la pila de una linterna para apañarse en un apagón de su casa particular ahí aparecerías, montada en Cólera, que es tu yegua favorita, a repartir coces a siniestra al cuadrado, que la diestra no se toca así sea la artífice del latrocinio patrio que convierten aquella teta en pellejo. Ah, se me olvidaba, mi país, y el tuyo, Espe, es España, no Venezuela. Pero gracias a ti y a tu mesnada, mi país podría ser Vergüenzuela.
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