Las cosas reales suelen diferir de los ideales. Imagino que el encanto de los grabados de aquellos viajes por la Antigüedad en el siglo XVIII apenas dan cuenta de las dificultades que conllevaba un viaje semejante. El factor humano y el físico van creando las condiciones de nuestros itinerarios, y los nombres míticos se van desaciendo en un sinfín de vivencias a menudo desagradables. Nápoles deja de ser la ciudad de Vico para convertirse en un lugar atestado de motos y de humo. El tiempo acompaña, pero a pesar de que ap
Las cosas reales suelen diferir de los ideales. Imagino que el encanto de los grabados de aquellos viajes por la Antigüedad en el siglo XVIII apenas dan cuenta de las dificultades que conllevaba un viaje semejante. El factor humano y el físico van creando las condiciones de nuestros itinerarios, y los nombres míticos se van desaciendo en un sinfín de vivencias a menudo desagradables. Nápoles deja de ser la ciudad de Vico para convertirse en un lugar atestado de motos y de humo. El tiempo acompaña, pero a pesar de que ap