La luz hace que suene el bebop

Por Calvodemora

De la foto, de la que no sé nada, sólo reconozco a Eric Dolphy y a John Coltrane. Lo que me fascina es la luz. Una vez un amigo me dijo que el jazz es en blanco y negro. El color no existe, no tiene importancia, no se le concede valor alguno. Se puede escuchar sin abrir los ojos en ningún momento. La música, si se le presta ese protocolo, gana en intimidad. A estas alturas uno ha aprendido que es la intimidad la que nos salva del caos y de la barbarie. Puestos a ser más radical, es la belleza la que nos hace mejores personas. La función del arte, la primordial, entre muchas respetables, es la de hacernos creer que la vida es maravillosa. Por eso gustan las películas de Frank Capra o los discos de Dizzy Gillespie. John Coltrane cuenta la parte de la belleza que produce dolor. No el dolor que nos hiere, sino uno soportable, capaz de hacer que pensemos en el mundo y en lo que hacemos en él. No sé mi lugar en el mundo. Habrá alguno. No creo que sea escuchar jazz o ver cine negro o leer poesía española del Siglo de Oro. No son, al menos, únicamente ésas.Todas esas satisfacciones inmediatas que uno se procura, con las que se abastece, no bastan. La cultura sirve para que podamos entender mejor a John Coltrane o a Frank Capra o a Luis de Góngora. Tampoco creo que podamos entrar en Coltrane, en Capra o en Góngora sin una experiencia previa. La cultura es esa experiencia previa con la que se abren mejor las experiencias nuevas. Después de escuchar horas de bebop, soy capaz de reconocer que no sé absolutamente nada de él, y sin embargo, a pesar del bagaje, acudo a él con mansedumbre, con la impresión de que hay cosas de las que todavía no he tenido conocimiento alguno o que hay sensaciones con las que cuento a diario y sin las que no puedo pasar y de las que sé poco o incluso no sé nada. Es esa precariedad de la que hablo. La luz de la fotografía en la que Coltrane y Dolphy tocan My favourite things o Naima hace que en la cabeza empiece a sonar la música. Son cosas extrañas éstas que cuento. Cuánto más extrañas sean, con más soltura las cuento.