La luz y la Oscuridad
Hace mucho tiempo, cuando la luna y el sol aun no nacían,
Existían desde entonces la Luz y la Oscuridad.
Vivian felices y en armonía con las criaturas de Dios y todas las cosas en el universo, y es que la luz y la oscuridad eran uno solo, una misma esencia, un solo ser. En plenitud ambas se distinguían sobre todo, no existían ni el día ni la noche porque la luz y la oscuridad eran uno mismo.
La luz sobre la oscuridad invocaba a un maravilloso resplandor dorado e inacabable que matizaba al firmamento. La oscuridad sobre la luz enternecía a las estrellas porque permitía que su tímida y frágil luz brillara con toda su fuerza emanando de ellas tanta luz que iluminaban al trono de Dios.
La luz y la oscuridad jugaban , bailaban , cantaban a lado de los ángeles más pequeños que reían sin parar en sus pesebres de flores cuando la luz y la oscuridad los divertían transformándose juntos en cientos de colores, de amarillo al rojo después al verde, azul y en un momento todos los colores a la vez.
La luz y la oscuridad
Cuento
Cuando estaban solos, se recitaban los poemas más hermosos que escribía Dios para sus hijos, besos diferentes, sus labios siempre se encontraban en ell infinito, nunca existió para ellos la distancia o la lejanía, cuando nadie se daba cuenta en voz baja se juraban amor eterno, el Eco tantas veces fue su cómplice de amor porque repetía solo para ellos sus palabras tiernas y llenas de ilusión constantes como ellos mismos.
Nunca hubo tanta felicidad.
Entre ellas existía tal entendimiento, pues desde que nacieron por la gracia y el poder de Dios ya se estaban enamorados, un amor que abarcaba el largo y el ancho del universo y es que así de grande eran su amor.
Pero un día Dios creó al hombre y ese fue el principio de una larga espera.
Cuando Dios hizo al hombre, dibujo sobre la tierra las montañas, los océanos, las flores los animales, todo para que su nueva criatura viviera como ninguno de sus hijos.
Pero tan maravillosa, como frágil era su creación y tenía que descansar de las actividades que le daría, así que Dios debía hacer algo, algo que traería una tristeza tan grande para la luz y la oscuridad, serian separadas por primera vez y por mucho tiempo y dar paso así al día y a la noche.
Al enterarse, la luz y la oscuridad lloraron amargamente al igual que los ángeles y las estrellas. La oscuridad entendía la orden de Dios y sabía que aunque pasara mucho tiempo algún día estarían nuevamente juntos porque su padre no evitara el amor entre los dos. Pero la luz no podía aceptar lo inevitable, se negaba a estar sin la oscuridad, se negaba a vivir sin su gran amor. Justo en medio de la lluvia que provocaban sus lágrimas, oscuridad le dio un beso de tan profunda y divina pasión, suficiente como para llenar de magia la espera que, tal beso le haría recordar que no hay lejanía ni distancia alguna.
Dios se presentó ante los dos, todo poderoso y con la presencia innegable de un padre preocupado hablo con ellos, él tenía un plan y quería que todas sus criaturas lo apoyaran, él nunca haría sufrir a sus hijos. Después, con palabras que nunca se habían escuchado antes, comenzaron a hablar.
La luz y la oscuridad no podrían estar separadas, Dios no lo permitiría.
Entonces, todo estaba listo, había llegado el momento, la luz y la oscuridad se veían y se tomaban uno al otro, el último abrazo, la última caricia, y Dios dijo;
“¡Que se hagan el día y la noche!”
En ese instante la luz y la oscuridad se separaron y el Padre dijo;
Luz, tu iluminaras el camino del hombre y dentro de sí mismo, en ti encontrara esperanza en la búsqueda de su verdad, nunca faltaras, serás el día en su corazón y en el reflejo de sus ojos hasta el día en que no vuelva a abrirlos más.
Oscuridad; le darás el descanso que necesita, en ti encontrara amor e inspiración, repondrás sus energías para despertar junto con la Luz, estarás con él desde su nacimiento hasta su reencuentro conmigo.
Así, Dios los vio a los ojos y con una sonrisa se despedía de ellos mientras desaparecía, hasta que él nuevamente ordene que estén juntos y su sagrado plan haya concluido.
La Luz y la Oscuridad se separaban lentamente, tiernos, con lágrimas en sus ojos.
” Adiós mi amor, pronto estaremos juntos”, eran sus palabras.
Y es que Dios no apagaría tanto amor”, aquellas palabras que nadie nunca entendió, eran un secreto que solo ellos sabrían.
Se reunirían dos veces, serian dos besos únicos, momentos que disfrutarían para siempre, en verdad no se separarían, siempre estarían juntos de alguna manera, con solo dos besos esperarían el momento en que estén juntos, con las estrellas, los ángeles, y todas las criaturas del universo.
Dos momentos que no durarían mucho, pero tardarían una eternidad; en el amanecer y al atardecer; el Alba y el Crepúsculo.
Fernando N.