La madre de todos los pecados

Por Frabreum @FRABREUM

Yo podríamencionar una lista completa de pecados cometidos por cristianos, pero ningunode ellos se acerca al pecado del que le voy a hablar. La madre de todos lospecados - el que da origen a todos los demás - ¡es el pecado de laincredulidad!
No me refieroa la incredulidad de aquel pecador endurecido. La incredulidad del réprobo, delos agnósticos y ateos no mueve en lo absoluto a Dios. No, aquéllo que enoja aDios más que nada es ¡la incredulidad y las dudas que aquejan a aquéllos que sellaman a sí mismos posesión suya! ¡Sus hijos, quienes dicen “Yo soy de Jesús” yaún abrazan la duda, el miedo y la incredulidad en sus corazones, son los queaflijen al Señor más que los demás!
¡Cuánseriamente toma Dios en cuenta el pecado de la incredulidad! Judas advirtió ala iglesia con las siguientes palabras: “Quiero recordaros, ya que una vez lohabéis sabido, que el Señor, habiendo salvado al pueblo sacándolo de Egipto,después destruyó a los que no creyeron.” (Judas 5).
¡Judas lesrecuerda a los creyentes la actitud de Dios ante la incredulidad! Él estádiciendo, “Te recuerdo el odio absoluto de Dios hacia la incredulidad entre supueblo salvo. Tras haber salvado a su pueblo, ¡Él destruyó a aquéllos que nocreyeron!”
Amado, ¡yocreo que Dios me ha llamado a recordarle la misma cosa a la iglesia! “Todasestas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos anosotros, que vivimos en estos tiempos finales.” (1 Corintios 10:11). Diosposiblemente no destruya físicamente a su pueblo como lo hizo en el AntiguoTestamento, pero hoy día sus juicios por nuestra incredulidad son espiritualese igualmente severos.
Laincredulidad es justamente tan destructiva hoy como nunca antes. Posiblementeno nos convirtamos en un pilar de sal, pero ¡sí llegamos a ser endurecidos yamargados! El abismo no se abre para devorarnos, pero sí nos absorbe condificultades, estrés y problemas familiares. Fuego no cae sobre nosotros y nosconsume, pero nuestra vida espiritual es destruida.
Muchos denosotros somos culpables de la madre de todos los pecados y no tenemos temor deello. No tomamos en cuenta nuestra incredulidad con seriedad, inclusive vivimoscomo si Dios le guiñara el ojo. No obstante, éste es uno de los pecados queabre nuestro cuerpo y espíritu a todos los demás pecados conocidos por elhombre.
Posted by David Wilkerson