Revista Religión

La madre Laura Montoya a pocas horas de ser santa

Por Cristian Alean @cristian_alean

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Los colombianos están a la expectiva de la ceremonia que se realizará mañana en Roma, Italia, donde será canonizada, por el papa Francisco, la Madre Laura Montoya Upegui.
La admiración que despierta la madre Laura Montoya Upegui, beata hasta mañana cuando finalmente sea canonizada, se ha convertido en devoción entre los miles de peregrinos que se acercan a ella cada nuevo día y que se suman a los que piden su intercesión ante Dios desde mucho antes de que fuera santa.
Su trabajo, que inició como docente y la llevó luego a fundar la Congregación Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, en 1914, fue una suma de luchas personales, de convicción y de amor a Dios, que convirtió su vida en un cúmulo de virtudes heroicas que le valieron que su causa, abierta el 24 de junio de 1963, culminará este domingo con su canonización.
Ahora son sus milagros los que hablan por ella. Curaciones, vidas salvadas atribuidas a la intercesión de la todavía beata Laura Montoya. Pero su verdadero legado radica en sus enseñanzas, en su espíritu combativo y, en especial, en haber sido la defensora de los indígenas cuando aún se discutía si eran animales o personas con alma. Fue ella quien se atrevió a respetarlos y darles su espacio.
“Los milagros son de Dios. De la Madre Laura hay que aprender y admirar su entrega por el otro, el respeto por el otro y su amor al prójimo”, dice la hermana Carmen Uribe, coordinadora de la congregación de las lauritas en Córdoba.
Para entenderla hay que ir a su obra, a su autobiografía, a sus libros de oración, para saber por qué, más allá de los milagros atribuidos, Laura Montoya Upegui merece ser considerada una verdadera santa.

La madre Laura Montoya a pocas horas de ser santa

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