La madre que nos cuida mientras dormimos

Por Lapaisajista

Por: Elia Moreno

El pasado, el presente,……… “El Futuro es Vegetal” de Stéfano Mancuso.

No hace mucho tuve la suerte de asistir a la conferencia de uno de los grandes de la neurobiología basada en su nuevo libro, El Futuro es Vegetal.

Stéfano Mancuso fundador del Laboratorio Internacional de Neurobiología Vegetal en Florencia. También es al igual que otros muchos un divulgador, que al esparcir sus conocimientos por el mundo como semillas en un día de viento, consigue que germine en nosotros nuevas formas de concebir la naturaleza o al menos, acercarnos a ella.

Creo que cuando amas algo, tienes la necesidad de compartirlo, y si eso que amas está en peligro, tienes la necesidad de gritarlo. Vagamente recuerdo la ilusión con la que entré, pues pasó a un segundo plano por llegar pocos minutos tarde. Lo que sí aún perdura en mí, es la desilusión con la que salí.

¿Conferencia sobre el mundo vegetal en Málaga?, ¿dia laboral a las siete de la tarde? No esperaba más de 20 personas. Por suerte me equivoqué. Sus aportaciones tuvieron a toda la sala en un silencio expectante durante dos cortas horas.

Comenzamos con el dato de que el 99% de la biomasa lo forman las plantas. ¡Vaya! Yo que pensé que el ser humano era mayoritario, y va a ser que lo que ocurre es que hacemos mucho ruido, demasiado diría yo.

Mancuso sostiene la premisa de que “El Futuro es Vegetal”. Y dedica esta charla a justificarnos su punto de vista con varias hipótesis que hacen madurar nuestra percepción sobre el mundo ‘Verde’.

Afirma que nuestra evolución debe de darse de la mano del mundo vegetal y nos lo justifica analizando diferentes aspectos de nuestro mundo ‘Humano’ y confrontándolo a las plantas.

El primer escollo que podemos encontrar a la hora de compararnos con el mundo vegetal es la falsa creencia de que las plantas no disponen de sensibilidad y que no reconocen lo que sucede a su alrededor.

A diferencia de los animales la sensibilidad de las plantas es mucho más delicada y percíben el peligro con mucha más antelación, ya que, al no poder huir, tienden a modificar su estado para enfrentarse a cambios climáticos, depredadores…, o para perpetuar su especie.

Un ejemplo es el Diente de León ( Taraxacum officinale), Cada semilla tiene su propio paracaidas, que se abre o se cierra en función de la humedad. Si observamos, en un día de lluvia todos están cerrados. A esta pequeña planta no le interesa que las semillas no vuelen, y debido al agua, caigan cerca de la planta madre. No sólo serían unas futuras competidoras, sino que no desarrollarían óptimamente.

También tendemos a creer que las plantas no son perceptoras de su entorno. Nuestro orador justificó esto con varios experimentos realizados en su laboratorio, uno de ellos consintió en colocar un palo cerca de una planta de alubia,  al que en un principio esta plantita no podía llegar. Por supuesto no le chivó donde estaba el palo; no hizo falta, ella sola comenzo a alargarse hacia él forzando su tallo y comenzando a formar un garfio en su extremo hasta llegar al apoyo que necesitaba para sobrevivir. ¿Y como sabe que eso es un palo?, no lo sabe, pero si es consciente de lo que la rodea; de echo pusieron una planta de alubia dentro de un cilindro blanco, y dentro de éste dibujaron con un rotulador dentro del cilindro, una línea negra vertical. Bueno pues debido a sus fotoreceptores, la plantita percibe una ruptura en la luminosidad y se inclina hacia la línea negra con la intención de enredarse en ella.

Para hacernos ver la utilidad que el mundo vegetal tiene sobre nuestros campos de estudio actuales, Mancuso refirió una cita de Leonardo Da Vinci: “Si tienes que construir una máquina que se mueva debajo del agua, estudia los peces, si queremos una máquina que vuele, estudia los pájaros…”. Pues bien, si lo que queremos es una máquina que explore el suelo, qué mejor que estudiar el aparato radicular de una planta.

¡Dicho y hecho! el equipo de investigación del que Mancuso formó parte, colaboró con La Agencia Espacial Europea (ESA) en un proyecto para diseñar sondas espaciales que pudiera estudiar suelos. Incluso estudiar terrenos  peligrosos para el ser humano como contaminación ambiental, mapeo de campos de minas…todo esto tiene su orígen en la semilla del Erodium, la cual penetra en el suelo con sus movimientos giratorios hasta llegar a los 20cm de profundidad.

Así una nueva generación de robots llamados plantoides están a punto de formar parte de nuestras vidas.

Poco a poco este equipo a ido convenciendo a la Union Europea para invertir en el proyecto de plantoides.

Incluso se espera que en un futuro estos alcancen el campo de la medicina. Ya se han puesto los ojos en un endoscopio para acceder al cerebro; ya que el problema de los endoscopios actuales es que no son lo suficientemente finos para seguir adecuadamente las circunvoluciones del cerebro. Este modelo vegetal de endoscopio, al igual que la raiz de una planta, tiene la posibilidad de crecer hasta llegar a la zona a intervenir.

http://www.nationalgeographic.it/scienza/2017/05/18/news/piante_robot_plantoidi_iit_pontedera-3533075/

Es por esto que estaría bien tomar a las plantas un poquito más en serio y estudiarlas como modelos de futuro, aunque sólo sea por la insignificancia de que llevan en la tierra como seiscientos millones de años.

Quizás el hecho de que las ignoremos es que nos veámos tan diferentes a ellas:

. Las plantas no tienen órganos. Lo que hace las funciones de órganos en ellas lo tienen distribuido por todo el cuerpo. Gracias a ello sobreviven. Los órganos son puntos débiles, una vez atacado el órgano, el organismo entero falla y la planta moriría. En cambio, partes importantes de ellas pueden desprenderse y sobrevivir.

. No tienen un modelo de órganos y funciones que obedezcan a un cerebro. Al contrario que nosotros que hemos organizado nuestras sociedades hacia un modelo jerárquico . A excepción de internet, símbolo de la modernidad, está basado en un modelo descentralizado de control similar al mundo vegetal.

Mancuso diagnostica la organización jerárquica junto con su burocracia como el mal absoluto. Pone como ejemplo la no tan curiosa Paradoja de Peter:“En cualquier organización jerárquica, cualquier miembro asciende en la jerarquía hasta encontrar su nivel óptimo de incompetencia”. Un individuo entra en una organización en el nivel más bajo y si se le da bien, asciende a un nivel superior. Y así sucesivamente hasta que llega a un nivel en el que ya no es bueno. ¿Qué es lo que ocurre con este individuo? Ya no asciende más. Se queda en el  nivel en el que es incompetente.

Aunque mi opinión personal es que sería  un consuelo que esto ocurriera en nuestras organizaciones públicas, donde la mayoría de los altos cargos incompetentes se colocan a dedo.

Él aboga por la democracia de las plantas cuya clave está en el conocimiento, y sólo a través de él, poder llegar a esta utopía de enredar a la sociedad en un sentimiento vegetal;  hasta el punto de relacionarnos como una comunidad de iguales que está obligada a estrategias de convivencia para sobrevivir.

Nuestro problema a dia de hoy es que a los humanos en general, aún, nos resulta más fácil competir que convivir.

Y después de toda esta explosión de atractiva información, me juzgo a mi misma preguntándome, ¿por qué me sorprende las aportaciones de Mancuso? Sin las plantas no existiríamos. Toda la vida nos han acompañado y cuidado; y ¿cuanto sabemos de ellas aquellos que hemos dedicado nuestros conocimientos y profesiones a otras materias?

La naturaleza nos protege mientras el ser humano la destroza sumido en un profundo sueño de ignorancia.

Es ella la madre que nos cuida mientras “dormimos”.

Por: Elia Moreno