La Madre Super, k se esfumó...

Por Virgini@

Completamente agotada, sería la definición perfecta para describir el estado de ánimo en el k me encuentro.
Llevo días desconcectailla... el finde ha sido tan tan intenso y agotador k juro no encuentro tiempo, ni fuerzas para teclear...
Éste me tokaba currar al completo, pero aún tuvimos tiempo para celebramos a lo grande el Día del Padre de komilona por ahi... y para poner el disfraz de cawboy en la fiesta de despedida del carnaval  k organizamos en el bar Territorio Comande (ya os iré kontaré y enseñaré las fotos, no tienen desperdicio).
Al día siguiente vino lo peor... no había por donde empezar a limpiar, estaba el bar dado la vuelta, y después de un buen resacón habiendo dormido tan solo dos horas... no fue nada facil.
Entre el cansancio y k debí de cojer algo de frio, el lunes me desperté tan mala k no sé ni komo me pude levantar de la cama para ir a currar, la verdad.
Me revienta la cabeza, me pingan los mokos, me dulen todos los huesos y para rematar Daña Catalina ha llamado de nuevo a mi puerta... a sí llevo todita la semana.
Entre tantos mi marido de noches, mis nenes en un sin parar... dicen k "la primavera la sangre altera" y kuanta verdad... me siento incapaz de seguirles el ritmo.
Lo k más feliz me ha hecho esta semana es k Aitana se ha hechado ha andar, - si la vierais, no hay kien la pare... está pa komérsela.
En lo personal, días no muy buenos, estoy triste, sin ganas, sin fuerzas, parece k nada sale a la primera, todo se tuerce, disgustos y más disgustos...
Tengo tanto y tanto pendiente en mi casa... k no puedo más.
Ya veís komo está por aki el panorama... la Super Mamy se esfumó...
Sé k no soy la primera ni la última, muchas somos las k en un momento dado, el trabajo, las tareas de casa, la educación de los niños... nos puede.
Por eso esta entrada, esta carta k tanto me ha emocionado al leerla, os la dedico a todas vosotras:
Queridos tod@s:

Me voy. Volveré cuando sepáis dónde están guardadas las bolas de basura, cuando nuestra casa ya no tenga secretos para ninguno de vosotros, cuando seáis capaces de descifrar los códigos de los botones de la lavadora, cuando logréis reprimir el impulso de llamarme a gritos si se acaba la pasta de dientes o el papel higiénico. Volveré cuando estéis dispuestos a llevar conmigo la corona de reina de la casa. Cuando no me necesitéis más que para compartir.


Ya sé que me echaréis de menos, estoy segura. También yo a vosotros, pero sólo desapareciendo podré rellenar los huecos que vuestro cariño me produce... Sólo podré estar segura de que verdaderamente me queréis cuando no tengáis necesidad de mí para comer o para vestiros o para lavaros o para encontrar las tijeras. Ya no quiero ser la reina de la casa, estoy harta, me he cansado de tan gran responsabilidad y he caído en la cuenta de que si sigo jugando el papel de madre súper no lograré inculcaros más que una mentalidad de súbditos. Y yo os quiero libres y moderadamente suficientes y autónomos.


Ya sé que vuestro comportamiento conmigo no es más que un dejarse llevar por mi rutina; también por eso quiero poner tierra por medio. Si me quedo, seguiré poniéndoos todo al alcance de la mano, jugando mi papel de omnipresente para que me queráis más.


Sí, para que me queráis más. Me he dado cuanta de que todo lo que hago es para que me queráis más, y eso me parece tan peligroso para vosotros como para mí. Es una trampa para todos.


Palabra de honor que no me voy por cansancio, aunque sea una lata dormirse todas las noches pensando en la comida del día siguiente y hacer la compra a salto de mata cuando vienes del trabajo y, a la larga, pesa mucho la manía de ver siempre un velo de polvo en los muebles cuando me siento un rato en el sofá, y la perenne atracción hacia la bayeta y la cera. Pero no es sólo por eso. No. Tampoco me voy porque esté harta de poner la lavadora mientras me desabrocho el abrigo ni porque quiera estar más libre para hacer carrera en mi trabajo. No. Hace ya mucho tiempo que tuve que elegir una perpetua interinidad en mi profesión porque no podía compatibilizar una mayor dedicación mental al trabajo profesional con la lista de la compra. Me voy para enseñaros a compartir, pero sobre todo me voy para ver si aprendo a delegar.
Porque si lo consigo, no volveré nunca más a sentirme culpable cuando no saquéis notas brillantes o cuando se quemen las lentejas o cuando alguno no tenga camisa planchada que ponerse.


La culpa de que sea imprescindible en casa es sólo mía, así que desapareciendo yo por unos días, os daréis cuenta vosotros de que la monarquía doméstica es fácilmente derrocable y quizá yo pueda aprender la humildad necesaria para ser, cuando vuelva, una más entre la plebe.


Cuando encontréis las bolsas de basura no dejéis de avisarme. Seguro que para entonces yo también habré aprendido a no ser tan excesivamente buena. Puede ser que ese día no nos queramos más, pero seguro que nos querremos mejor.
Besos. Mamá.



Mi fín no es el konsuelo, simplemente el desahogo y este, mi diario, el Diario de Mam@  el perfecto lugar.
Saludos, k os hecho mucho mucho de menos ok ???