La maestra rural

Publicado el 03 noviembre 2023 por Viriato @ZProvincia

Me llamo Virginia, delgada, pelo corto oscuro, medidas 81-56-85 de 1,62 m, soy bastante tímida y sumisa, lo que a veces me impide romper con ciertas situaciones críticas, cediendo por temor, a cosas que rechazo.
Mis padres me han sobreprotegido, desde, cómo debo vestirme, que debía estudiar y cosas por el estilo, que fui aceptando. Me había recibido de maestra, que, si bien no era mi profesión deseada, me gustaban los chicos. Un aviso en un diario, solicitaban una maestra rural, algo alejado de mi ciudad natal, donde ofrecían alojamiento y un sueldo bien remunerado, fue suficiente para concretar con ellos, y separarme de mis padres, algo que por supuestos trataron de impedir. Pero esta vez me puse firme y me fui de casa, hacia ese trabajo.

Había también roto con mi novio, a pesar que a mis padres le encantaba, así que vi en ese aviso una manera de rehacer mi vida. pudiendo regresar a mi casa una vez al mes
Después de conectarme con esta gente, que eran del Consejo Escolar, optaron por contratarme, días después tomé un colectivo de larga distancia, y tras tres horas y media de viaje llegue al lugar, me entreviste con la directora, una mujer algo mayor, soltera, nada moderna pero bastante agradable.
La escuela era rural, con alumnos de varios grados en la misma aula, algo más trabajoso, pero posible, ella daba clase por la mañana y yo por la tarde.
Me mostró la vivienda a unas 8 cuadras de la escuela, relativamente todo muy cerca, con una población que no llegaban a 1000 habitantes, no era un lugar nada apetecible, pero parecía muy tranquilo y la gente muy cordial.
Dos días después de haber cumplido los 19 años, me fui a ocupar mi nuevo nombramiento.
El primer día conocí a mis alumnos, oscilaban entre 8 a 17 años, tratando de ser lo más agradable y dulce posible con ellos, dado que siempre me gustaron los chicos.
Los primeros días todo iba bien, hasta que un grupito de 3 o 4 chicos ya mayorcitos comenzaron a hacer de las suyas, no eran cosas graves pero molestaba. A pesar de tratar de imponerme, se me hacia dificultoso, comenzaron preguntando si tenía novio, y cosas por el estilo, que a veces contestaba y otras desviaba el tema.
Un día tuve que dejar a tres de ellos después de hora, porque no completaban los ejercicios de matemáticas, mal comportamiento y no recuerdo que más, Enzo era en cabecilla, unos 17 años,, 1,75, fornido, linda facciones pero bastante rudimentario, Aprovechando que estábamos solos, fueron bastante más insolentes, donde comenzaron diciendo:
“Tiene unas lindas piernas maestra, lástima que no tenga novio”, no me hacían reír. Había momentos que sentía que me desnudaban con la vista y hasta ponerme colorada, sin llegar a comprobarse el motivo. Cada tanto reiteraban sobre mis piernas y parte de mis otras atribuciones, haciendo caso omiso a sus palabras. Si bien ya los había dejado después de hora ese día fue terrible, hasta que en un momento bastante harta por sus insolencias, dije:
“Voy que tener que darle una paliza a alguno de Uds., fundamentalmente a Enzo “ líder del grupo y el más atrevido. Que rápidamente se levanta del pupitre, acercándose al frente diciendo”
“Tiene razón maestra, acá estoy para eso” Cuando se baja los pantalones exhibiendo su verga, bastante desarrollada, algo que me impactó profundamente, diciéndole que se fuera de clase.
Le dije al resto que se fuese y me fui derecho a la casa de la Directora, a contarle lo sucedido, bastante escandalizada por los hechos.

Aunque para mi desconcierto, no le dio demasiada importancia, comentando:
“Son chicos, de padres muy humildes, pero no son malos, tenga paciencia Virginia, ya va a congeniar con ellos, los va a querer”
Quedé impactada por sus palabras, regresando a mi casa, con deseo de renunciar y volver a casa de mis padres, aunque esa noche tuve un sueño bastante erótico con Enzo, despertándome totalmente alterada.
Todo continuo, comenzando una especie de provocación sexual, desde tocarse su bulto mirándome de una manera capciosa, llegándome a tocar el culo, o decirme cosas bastantes obscenas referidas a mis partes.
No me agradaban demasiado, pero me producía un impacto voluptuoso, alterándome a tal punto que a veces he llegado a masturbarme, y hasta tener algunas fantasías con él y su grupito, aplacando mis deseos sexuales.
Era más que raro, iba atemorizada a la escuela, pero su presencia me originaba una extraña motivación, que hasta llegaba a humedecer.
Otra tarde que los dejé después de hora, pidieron ir al baño, les di permiso, pero al pasar un rato largo, opté por ir a buscarlos, ahí estaban fumando, me enoje, aunque no le dieron demasiado importancia a mi estado, al punto de decirme cosas como que estaba muy buena, que me haría muy bien un par de polvos o algo así.
Me encrespé ante ese proceder al punto que la adrenalina parecía invadir mi cuerpo, donde esa sensación extraña volvía a acompañarse, temerosa traté de imponerme, aunque fue todo lo contrario.
Cuando Enzo dice,
“Podrías enseñarnos algo más que matemáticas, por ejemplo, anatomía, con tu delicioso cuerpo, sería fantástico, aprenderíamos rápidamente”
Mientras se acercaban rodeándome sin tocarme, comentando:
“Comencemos sacándote el delantal”,
Me quedé bastante inmóvil, mientras uno de ellos comienza a desabrochar el guardapolvo, eso me paralizó aun mas, abriéndolo alabando mis pechos, rosándolos con el dorso de su mano.

Me había metido en la cueva del lobo, mientras Enzo hacia algunos comentarios bastantes obscenos, mientras uno permanecía apoyado en la puerta del baño, y el otro intentaba quitar mi delantal.
En un momento digo:
“Chicos por favor, déjenme ir, no contare nada, les prometo” les reclamé bastante asustada,
“No le hemos hecho nada maestra, no sé de qué nos acusara” Me dice el cabecilla del grupo, elogiando nuevamente mis tetas, haciendo mención a mis pezones, que se deslumbraban a través de mi fina blusa, que si bien son bastante pronunciados, daba la sensación que se denotaban más.
Cuando su mano comenzó a desabrochar la blusa, y en ese instante por temor, la tensión, posiblemente necesidad, ese lento acorralamiento, digamos la suma de todos, al punto que me llevó a orinarme encima, corriendo por mi pierna hasta anegar los zapatos.
Produciéndose como un desconcierto, festejando mi percance, dándome oportunidad para salir de ese lugar, corriendo hasta el aula para regresar a mi casa. Al día siguiente me sentía bastante abochornada ante ellos, sumado a oírlos hacer “phsssssss” cada vez que pasaba cerca de algunos de ellos.
Fui olvidando el incidente, aunque el acoso de estos alumnos continuaba cada tanto, algo que me molestaba, pero sus roces me enervaban, era como un hormigueo que invadía mi cuerpo.
Por ultimo decidí hablar seriamente con ellos, aunque más de una vez pensé en renunciar, aunque sentía que huía del problema, quería superar esa timidez, afrontando esta discrepancia.
Esta vez los hice quedar después de clase, preguntando que habían hecho para reiniciar el castigo, les dije que nada, solo pretendía hablar con ellos. Diciendo:
“Chicos, yo he sido más que paciente con Uds., desde que llegué me han hecho la vida imposible, lo he soportado, pero pretendo que se comporten con mayor corrección, por favor” Creo que mis palabras le entraban por un oído, saliendo por el otro, comprobando cuando Enzo, acariciando mi rostro, festejando con los otros dos idiotas, dice:
“Maestra, no queremos hacerle la vida imposible, todo lo contrario, es muy jovencita y muy linda, nos encantaría alegrarla mucho mas” Mientras tocaba mi mejilla, comenzando a desabrochar mi delantal, algo que no solo me paralizaba sino me producía cierta alteración.
Continuo desprendiendo los botones hasta dejar mi blusa al descubierto acelerándose mi respiración. Diciéndome:
“No tengo dudas que te encanta, que te toque, tus lindos pechos, si me das un poco de tiempo, se abrirá de piernas solita, para que se la metan,”
“Eres un mal educado, jamás hare eso contigo”
“Segura?” Mientras continua me toca una teta, acariciando mi cuello, produciéndome como un escalofrió, cuando me sienta sobre mi escritorio, metiendo su mano por mi entrepierna, que si bien intento detenerlo bastante eufórica, continua recorriendo mi entrepierna, acercándose sus compinches, rodeándome.
Estaba bastante asustada, pero parecía atraerme esa situación, mientras uno de ellos besa mi cuello. Por suerte o no, unos golpes en la puerta, hizo detener todo, era la directora que se había olvidado algo, llamándole la atención que aun estábamos en el aula, preguntando:
“Algún problema?
‘’No todo bien, estábamos aclarando algunas cosas” mientras me paraba intentando arreglándome.
Esa noche mientras intentaba dormir, me perseguían los pensamientos sobre el casi suceso sufrido, sabiendo que un rato mas y me habrían violado o yo haberme entregado a su deseo sexual.
Pasaron algunos días, se acercaba el otoño, época bastante lluviosa en esa zona, todos se habían ido, aproveché para corregir los cuadernos, para no tener que acarrearlos hasta mi casa, había oscurecido bastante, apresure lo que estaba haciendo, cerré la escuelita y me fui.

Apenas caminé dos cuadras, un fuerte chaparrón, me obligo a cobijarme bajo un pequeño alero, que no me protegía demasiado. Cuando sorpresivamente apareció Bruno con uno de sus amigos, que al verme se detuvieron, diciéndome:
“Que hace acá maestra se está mojando, venga con nosotros que a unos metros vive Matías, venimos todas las noches y nos quedamos hasta tarde”, mi otro alumno, que, sin darme tiempo a nada, me toma de la muñeca, llevándome corriendo hasta la casa de su compañero.
No me dio tiempo a nada, cuando en un abrir y cerrar de ojos estaba dentro de su vivienda, algo precaria, un ambiente grande, una mesa, sillas, una cama al fondo.
“Esta muy mojada maestra, le traeremos algo para secarse” dice uno de ellos, haciéndome sentar, que algo temblorosa acepto, sabiendo que volvía a estar en una situación, bastante comprometida, sin saber cómo huir de esa situación.
“Podría pasar al baño? “
“Esta afuera y es un retrete” me contesta el dueño de la casa.
“Tus padres regresan pronto?” Esperando que eso podría auxiliarme
“Mi madre trabajando y mi padrastro esta en el bar, y llegan bastante tarde”
Era evidente que carecía de posibilidades de salvar mi situación, cuando me ofrecen la toalla, me dice Enzo:
“Quiere que la seque?”, le agradezco, y comienzo a hacerlo, pero me la quita, y intenta pasar la toalla por mis brazos, con cierta premura, aunque previo a eso se habían quitado la ropa quedando solo en ropa interior, pudiendo observar los bultos de sus vergas.
Si bien no quería contradecirlos, trataba de aparear la situación, aunque notaba que se estaba poniendo más densa, donde me fue secando los brazos, cuello, para continuar con mis piernas, que, a pesar de intentar detenerlo, termine sintiéndola entre mi entrepierna.
Hasta que comenzó a acentuarse, de una manera mordaz e incisiva, donde mi tenebrosidad o incertidumbre, parecían aumentar mi ritmo cardiaco, la respiración y la temperatura. Sintiendo que mis pezones, labios vaginales y clítoris, se llenaban de sangre siendo más sensibles y perceptivos, alterando mi libido, algo extraño, pero real.
‘Sáquese el delantal, maestra” Dijo uno de ellos, que previamente dudé, hasta que terminé haciéndolo.
Actuaban de una manera tranquila pero persistente, cediendo lentamente ante ese acoso persuasivo, hasta que llegó el momento en que debía quitar el vestido, que, a parte de mi negación, comenzaron a desprender los botones, que tuve que permitir, no deseaba ser violentada, sabía que de una manera u otra me harían suya.
Quedé en ropa interior ante el acometimiento de estos pendejos, que al verme en esa situación, comenzaron a tocar mis tetas, que remarcaban perfectamente mis pezones a través de mi sostén, que no dejaban de someter a una serie de cosas.
Debo confesar, que a pesar de no estar en esa escabrosa situación, algo por dentro no dejaba de alterarme, que si bien intentaba disimular, leves gemidos delataban mi estado.
“Bueno, parece que nuestra querida maestra, se está comenzando a calentar” Dirigiéndose a sus secuaces, acariciando parte de mis glúteos.,
“Además mire como están mis compañeros, al palo por Ud. No dudo que podría llegar a aplacarlos y a mí también, por supuesto”
Rápidamente, entre frases y acercamientos fueron sobando mis pechos, y algunos mi culo, era una especie de rito, se iban turnando, disfrutando de mi cuerpo, y a su vez alterándolo.
-“Vaya tetas que tiene, Maestra, casi no me deben caber en mi mano, duras y, redondas, como a mí me gustan y esos pezones que se detectan a través de su corpiño”
Sabia el paso a seguir y lo que se avecinaba, en el momento que uno de ellos a trata de levantar mi sostén, que intento detener, cuando me dice:
“Tranquila, evitemos que se rasque” Mientras termina quitándolos, diciendo:
“Que hermosas tetas, tiene maestra” Intentando taparlas, separando mis manos de ellas, para continuar disfrutando de mi cuerpo, comenzando a llorisquear, ante ese período tan, aberrante.
En el momento quedé solo con mi tanga, me cubrí los pechos con mi mano, mientras acariciaban mi cuerpo, rosando mi sexo, acariciando mi entrepierna, sin dejar de alabar mi tenso cuerpo, diciendo uno de ellos:
- “Mmmmm, que muslos tienes, suaves, como terciopelo, verás que bien lo vamos a pasar.” Por suerte en ese preciso instante, se abrió la puerta, surgiendo la madre de uno de ellos, que con sus gritos y hasta insultos hacia mí, como que era una puta y los estaba pervirtiendo.

Ante ese caos, me vestí rápidamente y me fui corriendo a mi casa, por suerte esa mujer no me conocía y ante la oscuridad de la habitación, no me debe haber registrado. Al despertar a la siguiente mañana, había vuelto a tener otro sueño erótico, despertándome toda transpirada y hasta mojada. Me duche, desayune, y me prepare para ir a la tarde a la escuela, donde una tensión me producía, tener que lidiar con Bruno y sus compinches.
Por supuesto que los acosos de estos chicos continuo, en más o menos la misma escala, los que, aunque parezca mentira llegaban a veces a alterarme.
Una tarde, estaban insoportables, opte por dejarlos después de hora, sabía que en parte me perjudicaba, y que continuarían provocándome, pero no me importo, como había veces que se iban a pesar de estar castigados esta vez, cerré con llave y me la puse entre la ropa, admito que fue un desafío y estaba jugando con fuego, ateniéndome a las consecuencias, pero debía dar un corte definitivo a esta situación.
Después de un buen rato, comenzaron sus insinuaciones, hasta hacerme recordar lo de aquella noche de lluvia, mientras se iban acercando, tomando el puntero para defenderme ante un posible acorralamiento, que no tardo en producirse, pegándole a uno y otro, hasta que me tomaron por atrás, quitando el palo. Diciéndome:
“¿Maestra, que pretende hacer? Mientras me toma el rostro con su mano, tratando de besarme, mientras pensaba que locura había hecho, aunque no quería reconocer que, por otra parte, rompía con algo.
Cuando súbitamente me alzaron acostándome sobre el escritorio, mientras desabrochaban mi guardapolvo, acosando mi cuerpo las manos de los tres chicos.
A pesar de que trataba de defenderme, me era imposible, luchar contra ellos, además tenían un par de años menos que yo. Y eran bastantes fuertes. ¿Qué podía hacer? Continúe peleando, aunque las fuerzas rápidamente me fueron abandonando, cediendo ante ese acorralamiento, aprovechando mi estado, para sacar mis zapatos, guardapolvo, pollera, blusa, cuando se cae la llave del aula, motivo para decir Bruno:
“Bueno, ahora es Ud. Maestra la prisionera, pero no se preocupe, la vamos a entretener muy bien”
Si, bien traté nuevamente de defenderme, rápidamente reducida, en el momento que se quitan los cinturones, para atar, mis brazos a las patas del escritorio.
Mi cabeza colgaba, y mis piernas flexionadas sobre el otro extremo del mueble, que rápidamente las tomaron, quitando mis bragas, continuando desprendiendo mi sostén, mi cuerpo desnudo estaba expuesto y a la vista de mis alumnos, habían logrado su objetivo. Separaban mis piernas dejando bien al descubierto, mi sexo, que a pesar intentar cerrarlas volvían a separar.
No tardaron en volcarse sobre mi cuerpo, que, al estar bastante inmovilizada, fui presa de su toqueteo, acariciando mis tetas, separando los labios de mi vagina, penetrando con sus dedos mi ano, hasta que se largaron como lobos hambrientos, mientras uno succionaba y mordisqueaba mis pezones, otro lamia ávidamente mi coño y el otro me besaba. Por más que intentaba zafar, lentamente me fueron llevando a un estado de consentimiento, mientras mis partes más sensibles se alteraban, llevada a un estado de enajenación.
Era difícil contenerme, mi mente aborrecía lo que me estaban haciendo, pero mi cuerpo comenzó a ceder ante ese agobiante, acecho, comencé a arquear mi cuerpo, cuando la verga de uno de ellos fue a parar a mi boca, que no rechace, sino comenzar a mamarla con avidez, eso los fue llevando a incitar.
Cuando me desplazan más al borde del escritorio, penetrando mi vagina, tras pegar un grito de desesperación, en donde un bombeo rápido y continuo, lo llevo a acabar en mi seno, posteriormente el segundo actuó de igual manera, mientras Enzo u otro mantenía su verga en mi boca, chupándosela, hasta que me acabo en ella, produciéndome una arcada.
Después que el segundo chico eyaculo en mi interior se salió, notando como su esperma salía de mi cavidad vaginal, sin saber bien que hacer me levante de la mesa, tome mi guardapolvo, ya que mi ropa no sabía dónde estaba, me cubrí y me senté en uno de los bancos. muy abrumada, sin saber bien que hacer, no llegaba a odiarlos, pero a pesar de lo sucedido me sentía culpable, ¿irónica verdad?
Algo me dijeron, pero no les preste demasiada atención, cuando les pregunto:
“Podrían abrir la puerta para ir al baño?”
“Haga en el cesto, Maestra”
No dije nada, pero después de un rato, no me podía contener, así que corrí hacia el improvisado recipiente, cubriéndome con el guardapolvo.
“Sáqueselo, queremos ver como lo hace”
“Si, si” Dije estúpidamente, retirando el guardapolvo, siendo observada mientras orinaba, no sé si me molestaba o me producía una morbosa estimulación al hacer mis necesidades frente a esos pendejos. Termine y regrese al asiento cubriéndome con el delantal. Suponía que esto ya debería haber concluido, al punto que inocentemente pregunte, si podía irme. Riéndose por mi pregunta, me dicen:
“Maestra, recién empezamos y mañana no tenemos clase” Que no terminan de hacer el comentario que comienzan a desnudarse, donde en ese instante veo detenidamente las vergas de mis “secuestradores” Cuando Enzo algo les comenta a los chicos que asienten con la cabeza, en el momento que se acerca, me despoja del guardapolvo, extendiendo su mano, diciéndome:
“Venga maestra, sigamos” Que, como un autómata, me dirigí sometida, haciéndome arrodillar frente a ellos, para mamarles la pija, acto que ejecute complaciente.

“Veo que vamos progresando” Mientras me tomaba de un brazo llevándome al escritorio, flexionando mi cuerpo sobre él, quedando mis tetas aplastadas sobre la mesa, haciéndome separar las piernas, para cogerme nuevamente, durante veinte minutos más o menos, volví a aplacar a esos pendejos.
Una vez que acabaron, decidieron irse, creo que me alegre, aunque Enzo, dijo que él se quedaría, ya había comenzado a vestirme, cuando se me acerca, diciéndome:
“Te gustaría venirte, y acabar como una perra”
“No, solo quiero irme, ya han hecho lo que deseaban conmigo, basta por favor Enzo”
“Pero maestra, si está a punto, no se lo pierda” Me dice, comenzando a tocar el cuello, produciéndome un leve escalofrió, abre mi blusa, tocando mis pechos, cuando baja el sostén, pasando la palma de su mano sobre mi pezón, entrecortándose mi respiración, cierro los ojos, percibiendo como va quitándome mis prendas, hasta quedar solo con mis bragas.
Su suave manoseo, comienza a hacer efecto, quedándome estática ante ese contacto, diciéndome:
“Te estas calentando, putita” Metiendo su mano entre mis bragas, comentando:
“Estas bien húmeda, como a mí me gustan” Mientras baja mi última prenda quedando nuevamente desnuda ante Enzo, alzándome para depositarme sobre el escritorio, previo a tocar mi sexo, metiendo sus dedos, haciendo gemir, finaliza penetrándome con su verga, bombeándome suavemente, mientras su dedo comienza a rozar mi clítoris, en escasos minutos comencé a gemir, arqueando mi cuerpo, refregando y apretando mis pezones, mientras continuaba con esos movimientos, que terminaron llevándome a un impresionante orgasmo.
Con mi cuerpo aun convulsionado, me gira, sintiendo su glande, ubicarse en mi ano, nunca lo había hecho, pero mi calentura no me permitía pensar demasiado, inclinándome sobre la mesa, separando mis piernas, que, dado mi estado de exaltación, me fui entregando, sentí sus dedos introducirse unos centímetros por mi ano.
Sin pensarlo demasiado, lo deje actuar, cuando su glande se apoyó discretamente en mi orificio, ese juego previo, de su sexo erguido en mí traste me encrespaba, no tardó en apoyar su punta nuevamente en mi ano, que poco a poco la iba introduciendo, con bastante trabajo, en mi virgen cauce. Sentí que comenzaba a ejercer un cierto poder sobre mí, del que alguna manera, lo había concedido.
Percibiendo el tamaño de su glande, que me producía cierto recelo, pero que no dejaba de atraerme por eso, pero suponía que la dolencia se fusionaba con el goce que me iba proporcionar, Enzo continuaba con su objetivo, deslizando ese trozo de carne en mi conducto rectal, mientras me rodeaba con sus brazos intentando empujar para penetrarme, sabiendo por su experiencia, llevar bien la situación.
Al comenzar a sentir ese contacto, comencé a clamar, estaba bastante nerviosa, ante esta nueva experiencia imprevista, que, a pesar de mis quejidos de dolencia, no se detuvo, ni hice nada para impedirlo, además posiblemente en el estado en que estaba, era difícil de censurar.
Pegando un fuerte empujón, su glande usurpó parte de mi interior, seguido de un grito que no pude contener, abriéndose camino, pareciendo que me partía, a pesar de eso traté de relajarme, notando como se iba acomodando, centímetro a centímetro, dándome la sensación que mis órganos eran oprimidos, sintiendo como que me partía en dos.
Se tomó de mi cintura, apoyándose para empujar con fuerza hasta sentir sus testículos contra mis glúteos, en ese instante sentí su supremacía, cuando dice:
“Vaya, esa estrechez me crispa, pero ya eres mía”
Sentía las palpitaciones de su aparato, a través de mi membrana intestinal, que, sin moverse, detectaba su territorio, apenas tomo posesión de mi intimidad, permaneció quieto acariciando mi espalda, como en un acto de autoridad, percibiendo los latidos de su aparato genital, que, al cabo de unos escasos minutos, comenzó a sacarla y meterla, donde cada parte disfrutaba a su modo..
Volvió a meterla, totalmente, chupando de mi cuello, abrazándome como una sanguijuela a sus víctimas, Instante después comenzó su bombero, cambiando el ritmo, intensificando sus movimientos, hasta volverlo a retirar para penetrarme nuevamente, algo que no dejaba de enardecerme, al igual que a mi “macho’
No paraba de temblar como una hoja, ante su ímpetu, esos violentos embates que me aplicaba, rodeándome con sus brazos, como adueñándose de mi cuerpo, gimiendo, mientras continuaba bombeando en mí ya desvirgado culo, a la vez que sus manos oprimían mi cabeza sobre la mesa, en ese momento me sentí un objeto sexual, era extraño lo que me sucedía, me excitaba ser poseída, era algo atrapante, comprobando que a medida que me iba sometiendo, más me entregaba.
Cada vez que me penetraba, me hacía exclamar, sintiendo su pene, desplazarse a través de mi sensible membrana, sintiendo como el ganador tomaba posesión, una sensación especial, nunca había sentido algo similar.

Su pulposa verga estaba cobijada en mi interior, como si se había hecho dueño de esa parte de mi cuerpo, permaneciendo quieto, acariciando mi cuerpo, como donde su triunfo era haberme sometido. Sentí esa sensación, y creo que hasta me excitaba reconocer ese momento, era algo insólito, cuando descargo su esperma en mi interior, cayendo su cuerpo sobre mi espalda, apenas me gire lo abrace, necesitaba estar contenida, me sujetó con sus brazos y me eche a llorar, por la tensión, el orgasmo no sé, estaba deshecha, me mantuve unos minutos, así, recuperando mi energía., mientras sentía correr su esperma por la pierna.
Comencé a vestirme, eran más de las 7:30 PM, intento nuevamente tener sexo, le dije:
“Creo que ha sido más que suficiente”
“Si maestra, tiene razón” Me dice, dándome la sensación de que era más respetuoso y correcto .Como estaba bastante oscuro, Enzo me acompañó, aunque no hablamos casi nada, solo le pregunte que les había dicho a sus amigos antes de cogerme, contesto:
“A ese culito, lo desvirgo yo” solo me sonreí, al llegar a casa me despedí hasta el lunes. Me prepare la bañera introduciéndome en ella, con esa agua caliente, que sirvió para relajarme, sentía dolores por varios lugares, fundamentalmente por mi culo.
Cuando me observé en el espejo, pude apreciar una serie de moretones, en cuello, tetas, las marcas de esa tarde de locura, mi cabeza no podía quitar esos momentos, era una locura lo que había sucedido, estaba dispuesta a regresar a mi casa.
Comí algo, me acosté, despertándome cerca del mediodía, el resto del sábado y el domingo, me quedé en casa, pensando en regresar a los de mis padres, decidida a hacer las valijas.
El lunes cuando me desperté, algo me hizo cambiar de idea, me arreglé, me puse unas polleras cortas, con unas medias negras, una blusa, y me dirigí a la escuela.
Enzo y sus amigos parecían más tranquilos, pero a pesar de eso los castigue, haciéndolos quedar después de hora. Apenas se fueron el resto de los chicos, cerré la puerta con llave, colocándomela entre mi ropa interior, mientras me quitaba el guardapolvo, para colgarlo en la percha.