La magia de encontrarse

Publicado el 23 febrero 2014 por Yasminams
Los que me conocen saben que el mar ocupa un lugar muy importante en mi vida: viví casi 5 años en la playa (sin contar los largos veranos que pasé de pequeña), me gusta salir a pasear por la arena y siempre que he estado nerviosa o preocupada por un acontecimiento he necesitado sentarme en la orilla del agua y mirar al horizonte. Me recarga las pilas y me hace sentir bien...será que es mi 'medio', ya que soy piscis.

Aún viviendo en la playa fenomenal, tanto M. como yo, necesitábamos un cambio y nos mudamos a donde vivimos actualmente. Aceptar este hecho me costó, pues me resistía a soltar, a dejarme llevar. Pensaba en cómo iba  a vivir sin tener el agua tan cerca, pero en el fondo, sabía que necesitaba salir de mi burbuja.
Ahora, pasados dos meses, me siento plena: vivo en un entorno tranquilo y lleno de árboles, otra de mis pasiones, con agua cerca (aunque sea el de una piscina) y con una casa más acorde a nuestras necesidades (pequeñita, pero con un gran jardín para que disfruten nuestros perros y nosotros).
Incluso a Otto y a Yuna se les ve más felices y contentos. Además, la mayoría de nuestros vecinos (por no decir todos) tienen perros.

Pues bien, el domingo pasado mi vecina Inma organizaba una comida que, según me dijo, realizada todos los años y las personas que asistían eran, además de buenos amigos y residentes en nuestra zona, amantes de los animales y, algunos de ellos, vegetarianos. '¿Qué?' -pensé yo-, '¡con lo difícil que es ir a una reunión de amigos y que, al menos, 3 o 4 de ellos sean vegetarianos!' '¡Qué bien!'.
Yo opté por llevar dos bizcochos, dado que éramos 13: uno de chocolate y naranja (pincha aquí para ver receta) y otro de plátano y almendras, ambos totalmente veganos.

El bizcocho de plátano y almendras, con un toque de canela
y cardamomo.

A María y Pablo ya los conocía, pues también son vecinos, pero fue un gusto encontrarme con gente maravillosa como Sandra, Carlos, Bego, Sergio, Ángeles, Miguel, Pilar y Agus.
Inma puso primero un aperitivo en el jardín, como podéis ver:

A mí me gustó mucho el paté de pimiento y el paté de queso azul
con apio y zanahoria para untar.

Y, ya dentro de casa, pues hacía algo de fresquito, una riquísima y tradicional comida, de esas típicas de las abuelas, auténtica y sencilla: Potaje de trigo. Mi intención es probar a hacerlo yo, así que ya colgaré la receta.

Todo preparado con cariño y unas flores que olían de maravilla.

Después de la comida, llegaron los bizcochos: el de Sandra (de manzana, ummm!) y los míos, así como una infusión de Rooibos Oriental para las chicas y, café, para los chicos, jeje!

¡Ñam, ñam!

Lo mejor fue la amabilidad y simpatía de todos, las conversaciones y risas, la prepada mesa y comida de Inma, su gratitud.
Ellos, al igual que M. y yo, sienten amor por los perros, por los animales y están muy sensibilizados con el tema. Todos han rescatado a animales y han adoptado a otros, algunos de ellos con problemas que han supuesto un reto.
Esta reunión ha traído a mi vida varios regalos: el primero, el convecimiento de saber que estoy donde debo, en mi camino y, los otros dos, en forma de libro:

Regalo de Pilar y Agus, ambos escritores de esta novela histórica y de aventuras,
ambientada en el siglo XIII.

He empezado a leer el libro y me está enganchando y, a mí, como un libro me guste, no hay momento para nada más, jaja!. Os recomiendo su lectura.

Y el último regalo fue este librito, una recopilación de los guisos tradicionales de casa de Inma, elaborados por su madre y explicados en este libro. Es el particular homenaje de sus hijos a ella.
Hay muchos que llevan carne o pescado, pero otros no, y son facilísimos de hacer. Prometo hacer alguno y comentarlo en el blog, porque yo soy de cuchara y guiso (que se lo digan a mi abuela).
Gracias de corazón por todo.
** Debería haber hecho más fotografías pero estaba tan 'agusto', que se me olvidó...