Fotografía de Eva Gutiérrez Pardina - Melalcor
Siempre vuelvo a los libros de Flavia Company Navau como se vuelve al gran amor literario de una vida, porque en la mía, sin duda y sin fisuras, ella lo es.
Este mes de abril MiraLes publica mi último artículo, esta vez sobre una novela suya publicada hace ya doce años, Melalcor (o Miel en el corazón, traducido del catalán). En esta última re-re-relectura he comprobado que, a pesar del tiempo transcurrido, Melalcor mantiene intacta su capacidad para sacudir telarañas interiores, y (por desgracia) sigue siendo tan necesaria en nuestros días como ya lo era a principios del nuevo milenio. Es imposible aburrirse en esta vertiginosa montaña rusa del amor, la identidad y el deseo, donde encontraréis hermanos que se odian, amantes que se buscan y se rehúyen, dioses terribles y caducos, buenas dosis de humor negro y hasta el misterio de la Santísima Dualidad. Ideal para estos días de paz y recogimiento interior, ¿no os parece? Si queréis leer el resto del artículo en MiraLes, pinchad aquí.
Doce años tenía también la madre de Flavia cuando escribió el diario personal que inspiraría, décadas después, este nuevo libro de la autora, Volver antes que ir. El próximo viernes 13 de abril, a las 19:30h, en la librería Pròleg de Barcelona (Sant Pere Més Alt, 46, la calle del Palau de la Música), Company nos leerá fragmentos de este poema narrativo, publicado por Eugenio Cano. Presentará el acto la poeta Nora Almada, autora del poemario Ísola. Es la primera vez que Company publica un libro de poesía, aunque la ha escrito desde siempre. Nunca de esta extensión, sin embargo: más de mil versos. Por primera vez, también, Company escribe en variante argentina. La misma autora nos cuenta, en el prólogo, el fascinante origen de este largo poema:
SECRETO
Es la primera vez que escribo un texto para un texto mío. Y aunque pueda parecer contradictorio, no lo hago para hablar sobre el contenido de este libro sino para contar de dónde surgió.
Mi madre falleció en 1989, cuando contaba 49 años de edad y yo todavía no había cumplido los 26. Una de las cosas más tristes que he tenido que hacer en mi vida es desarmar su casa. Recoger su ropa, sus libros, tantos objetos personales.
Algunas de las cajas que guardé, tardé tiempo en abrirlas. En una de ellas, encontré algo imprevisible: un diario. Imprevisible, digo, no tanto por lo que era sino por cuándo y por quién había sido escrito. Se trataba del diario de una niña de 12 años, la niña que era mi madre cuando viajó en barco desde Buenos Aires (lugar de nacimiento de las mujeres de mi familia, incluida yo) a Barcelona, con sus padres y su hermano, para conocer España y visitar el pueblo de mi abuelo, Bellcaire d’Urgell.
Al encontrarlo me dio un vuelco el corazón y, como es natural, quise empezar a leerlo. Fue solo el primero de los muchos intentos realizados durante más de veinte años. Nunca pude (tampoco he podido visitar jamás su tumba). Hojeaba aquellas páginas y se me rompía la vida. Así que lo guardé. (Como si algo así pudiera guardarse). Me esperó con paciencia hasta que regresé a él y busqué un camino para leerlo. Y nunca mejor dicho: un camino. Decidí volver a la Argentina (ojo al verbo empleado, pues si bien yo había nacido en aquel país, mis padres habían emigrado a España en 1973, cuando yo era una niña de apenas nueve años) en barco. ¿Por qué en barco? Para darle al diario de mi madre un regreso simétrico. Ella lo había escrito durante su travesía a España, jornada tras jornada, y yo lo leería durante mi travesía a la Argentina, jornada tras jornada también. Por mar la ida y por mar la vuelta. Sabía, creí saber, que el diario de mi madre iba a ser el centro y eje de mi siguiente novela. Viajar a mi país de origen ¿mis raíces?, era parte de la escritura. (Vivir aquello a partir de lo que se va a escribir, ya es estar escribiendo).
Doce años hace ya del día en que conocí a Flavia, en aquella conferencia donde habló del momento futuro en que se cerrará el círculo y todo encontrará un sentido. Quizá este poema narrativo sea el modo de cerrarlo y decir, al fin, que vuelvo : ya no estoy situada fuera de mí sino otra vez adentro (Flavia Company, 02/04/12, Autorretrato).