La magia del Fútbol que no se ve

Publicado el 09 septiembre 2016 por Trescuatrotres @tres4tres

Cuando escuchamos la palabra fútbol, las primeras imágenes que nos vienen a la cabeza están protagonizadas por un futbolista veloz, el movimiento continuo de los veintidós jugadores en el campo, o las estrategias a la hora de decidir qué vas a hacer cuando observas a tus compañeros y determinas la próxima jugada que te acerca un poco más a ese gol deseado.

Por razones así parece impensable que alguien que no cuenta con todas sus facultades físicas al completo pueda desempeñar un papel en un terreno de juego. Sin embargo, la Selección Española de Fútbol Sala para Ciegos es capaz de tirar esta idea por tierra y dejar claro que con unas lógicas adaptaciones de juego y muchas ansias de superación personal, el fútbol es apto para cualquiera.

Ya han dado comienzo los Juegos Paralímpicos en Río y los futbolistas españoles, que consiguieron su clasificación tras la eliminación del equipo ruso, ya están en el país carioca dispuestos a conseguir el metal. Una tarea ardua pero con opciones de lograrse puesto que esta Selección ha logrado siete campeonatos de Europa.

Muchos pueden preguntarse cómo estos deportistas son capaces de correr tras un balón, pasarle la bola a un compañero o chutar a portería. Básicamente las reglas son las mismas del futsal aunque con algunas variaciones y regidas bajo la 'Federación Internacional de Deportes para Ciegos'.

Cada equipo está integrado por cinco jugadores; cuatro de ellos invidentes y un arquero vidente. Hay dos tiempos de 25 minutos con un descanso de diez minutos entre medias y cambios ilimitados por equipo.

Además, el balón que se utiliza en este tipo de partidos es sonoro y los jugadores tienen que gritar la palabra "voy" de forma clara para orientar al resto de jugadores. Siempre se juega al aire libre por motivos acústicos y los futbolistas siempre tienen que llevar los ojos cubiertos.

Existe también una distinción en cuanto al arbitraje puesto que hay un árbitro principal y un árbitro asistente. Además, un guía que se coloca detrás de la valla rival para orientar a los jugadores de la misma forma que hace el técnico de cada equipo.

Dos equipos que están repartidos en una cancha de 40 metros de largo por veinte de ancho y que cuenta con muros en los laterales para ayudar de igual forma al movimiento de los jugadores.

Sin duda, unas pequeñas alteraciones al juego tradicional que han conseguido que personas que cuentan con una invalidez física, como es la ceguera, sean capaces de desempeñar un deporte en equipo como este, y más importante aún, lograr que esa práctica les lleve a disputar unos Juegos como los que se están celebrando en Río, con independencia de que sus cuerpos no estén físicamente al 100%.

Unas circunstancias que muestran una mezcla de sacrificio, lucha, dedicación y humildad que nos enseñan que no hay barreras para conseguir aquello que uno se propone en la vida y desde luego que esta Selección ha llegado al país brasileño con ese propósito. Y no es otro que conquistar el oro.

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