Quien se deja corromper, sobre todo si es una autoridad pública, comete cohecho, que es el delito que comete el juez o funcionario que dictamina de cierta manera (favorable a unos intereses particulares) a cambio de sobornos. El extremo del cohecho, su exasperación, es la prevaricación, donde una autoridad, juez u otro servidor público dicta una resolución arbitraria en un asunto administrativo o judicial, a sabiendas de que dicha resolución es injusta. El cohecho y la prevaricación son especialmente onerosos para la sociedad, ya que el mal es cometido justamente por quien asumimos que es el garante de la justicia y la equidad. Si la autoridad comete cohecho o prevaricación, se aleja la solución de los conflictos por medio de los cauces normales, civilizados ¿En quién confiar entonces? Solemos llamar mafias a las organizaciones que emplean los métodos anteriores, y otros ilícitos, para el logro de sus objetivos y además no deja participar a otros en una actividad. Las mafias no aceptan competencia, ni quieren luz sobre sus actividades. Si no eres de la mafia que controla una actividad, las cosas te salen mal.No seamos ingenuos. No confiemos todo a la buena voluntad de la gente.Especialmente no debemos confiar todo a la buena voluntad de la gente con poder. Los sistemas y las instituciones se deben diseñar pensando en el mal uso que se va a hacer de ellos. Añadamos controles, límites (físicos y temporales) y contrapoderes. Y rendición de cuentas. Lord Acton lo resumió perfectamente en una frase (el "dictum"de Acton): "El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente."
Quien se deja corromper, sobre todo si es una autoridad pública, comete cohecho, que es el delito que comete el juez o funcionario que dictamina de cierta manera (favorable a unos intereses particulares) a cambio de sobornos. El extremo del cohecho, su exasperación, es la prevaricación, donde una autoridad, juez u otro servidor público dicta una resolución arbitraria en un asunto administrativo o judicial, a sabiendas de que dicha resolución es injusta. El cohecho y la prevaricación son especialmente onerosos para la sociedad, ya que el mal es cometido justamente por quien asumimos que es el garante de la justicia y la equidad. Si la autoridad comete cohecho o prevaricación, se aleja la solución de los conflictos por medio de los cauces normales, civilizados ¿En quién confiar entonces? Solemos llamar mafias a las organizaciones que emplean los métodos anteriores, y otros ilícitos, para el logro de sus objetivos y además no deja participar a otros en una actividad. Las mafias no aceptan competencia, ni quieren luz sobre sus actividades. Si no eres de la mafia que controla una actividad, las cosas te salen mal.No seamos ingenuos. No confiemos todo a la buena voluntad de la gente.Especialmente no debemos confiar todo a la buena voluntad de la gente con poder. Los sistemas y las instituciones se deben diseñar pensando en el mal uso que se va a hacer de ellos. Añadamos controles, límites (físicos y temporales) y contrapoderes. Y rendición de cuentas. Lord Acton lo resumió perfectamente en una frase (el "dictum"de Acton): "El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente."