Revista Opinión

La maldad tecnológica. Deberes y tareas escolares

Publicado el 06 mayo 2018 por Manuhermon @manuhermon
Mi nieta mayor con ocho años, está desbordada con los deberes escolares, tareas que se lleva a casa para hacerlas antes del día siguiente, todos los días, más y más. Comentamos con otros abuelos, sus nietos tienen edades similares y superiores, viven en otros pueblos, por tanto son otros colegios, están alarmados con las tareas que se llevan a casa por las tardes.
Otros familiares y conocidos, otra comunidad autónoma, otras edades, otros colegios e Institutos, enorme intensidad en las tareas que se llevan a casa. Amigos con hijas recién entradas en la Universidad, la misma tónica de multitud de trabajos y trabajos sin tiempo para respirar. Hablo con amistades, familiares, conocidas, leo sobre el asunto, busco y me documento… estamos viviendo un proceso generalizado cuya extensión e intensidad va en aumento. Freno, reflexiono y lo uno a mis últimos temas de investigación y lecturas, las grandes tecnológicas, las nuevas formas del capitalismo del Siglo XXI, las tecnologías informáticas, los peligros de las redes sociales… La primera conclusión a la que llego es que las nuevas tecnologías con todos sus defectos y perversiones se instalan en la sociedad en su conjunto, desde la educación infantil, pasando por la Universidad, hasta el mundo laboral y las relaciones sociales, en ambos géneros y todas las edades, en pueblos y ciudades y en todos los grupos sociales. Padres desbordados por nuevas obligaciones, sin tiempo, sin capacidad para interactuar con los jóvenes, chicas y chicos asfixiados en exigencias y presionados brutalmente por el sistema para aprender… ¿aprender?, mejor sería decir presionados para evitar tengan tiempo libre fuera de las tecnológicas, exigidos para que no hagan pausas con sus móviles, para decidir deprisa y corriendo, pero solo a golpe de clik y de manera inmediata sobre todo tipo de asuntos, muchos de los cuales requerirían pausa y estudio. Y reflexión. Y organizarse con otra gente, y actuar de otra forma menos insulsa que dar un click creyendo salvar el planeta Se está fomentando la idea de sometimiento como algo beneficioso, se extiende la idea de que fuera algo natural someterse a los aspectospresentados por la máquina y aplicación, someterse a sus tiempos y someterse a sus caminos, formas y maneras de presentar el problema, incluso sometidos a interiorizar que eso que presentan, es el problema. Sometidos a lo desconocido, a los procesos y a las grandes tecnológicas que nadie controla. Por tanto, se presiona a los usuarios tecnológicos para que eviten discernir, y en la prisa, ocultar, y en la inmediatez, dirigir, y orientar en las búsquedas y en las soluciones. Los resultados empiezan a ser evidentes, todos estamos poniendo demasiado en manos de algoritmos –programas- desconocidos, al tiempo que estamos cediendo o abandonando otras formas de racionalidad y creación de conocimientos. El ejemplo investigado por los sindicatos de pilotos de aviación es extensivo a otros sectores. Están alarmados porque los nuevos pilotos pierden su saber pilotar por sí, lo hacen nada más que ciñéndose a los ordenadores, en cuanto se dan fallos en algún elemento son incapaces de tomar el avión en conducción manual. Aprenden a manejar con los ordenadores, pero pierden las facultades primarias de pilotar. Las nuevas tecnologías, las redes sociales, potencian la inmensidad de la información, apabullan con la cantidad, con la cual ocultan árboles en el bosque, la inmensidad mostrada por la tecnología relativiza todo, lo cual puede ser horrible porque sumerge en un mar de dudas que requeriría de reflexión, de tiempo. –Y aquí entran los robots que nos quitarían capacidad de actuación reduciendo nuestra capacidad reflexiva-. Sería imprescindible una pausa, seleccionar la información y descartar, para elaborar cada cual su criterio de búsqueda y selección, no solo buscar respuestas, sino fundamentalmente elaborar las preguntas, pero las tecnológicas ya nos dan seleccionado lo que quieren, nos incitan a que tomemos solo aquello que alguien ha seleccionado, dicen que de acuerdo con nuestras preferencias que hemos dado en los big data tomados de las redes y del internet de las cosas, todo elemento conectado, que hoy son muchos de los que nos rodean. Pero, por qué no elegirlo yo? Aunque me equivoque. Y si queremos ese día salirnos de la pauta? y si ha ocurrido algo nuevo que nos induce a buscar en otra dirección? Acaso no podemos variar nuestra vida? La exigencia de rapidez, es una constante del capitalismo del Siglo XXI, la rapidez es amiga de la superficialidad, o de derivar nuestra vida a los robots. Decidir en un instante implica dejar en olvido la reflexión, tomar la decisión rápidamente implica evitar contrastar, la inmediatez en las respuestas supone no poder hacer tuyos los argumentos que las sustentan, -la pérdida del valor de los argumentos es de enorme importancia- la velocidad de respuesta te excluye los análisis que deberías leer para entender el por qué de las cuestiones planteadas y aumentar tu conocimiento, ahora carecen de valor, porque no tienes tiempo y tienes que decidir ya. Con la inmediatez como método de vida es más sencillo manipular voluntades y colar noticias falsas. Los deberes, tareas escolares para fuera de clase, están ampliamente extendidos, el exceso de trabajos para casa, indican que no da tiempo a ver en la clase los gigantescos temarios y que se ha generado la necesidad de abarcar más y más. Al tiempo impide jugar a los niños entre sí, socializar a la infancia y juventud en juegos y relaciones sociales directas con otras personas, la situación actual está fomentando la individualización de las personas, estamos perdiendo experiencias y vivencias de colectividad. Estamos fabricando individuos aislados que se comunican por las redes sociales informáticas, que solo se comunican con la tecnología informática, ello supone que la relación directa pierda valor, la confianza se deposita en lo desconocido, una máquina, un algoritmo creado por un desconocido al que das demasiado valor, más que a tus allegados. Y que además, genera adicción. Sería conveniente frenar, hay que plantarse y reflexionar, tomar un descanso, para pensar y dar vueltas tranquilamente a nuestro cerebro, buscar y recibir otros estímulos. No es posible aceptar con los brazos abiertos como en el pasado, la entrada de las nuevas tecnologías y mucho menos saludarlas con ese espíritu paleto maravillado ante la novedad. Las tecnológicas en los últimos años, los de este siglo, están creando adicciones muy potentes con sus instrumentos, algoritmos y utilidades, con sus apps y sus juegos aparentemente inocuos,… los procesos y aplicaciones no son similares a las de antes de terminar el siglo. Hace años, algunos libros y trabajos advertían de peligros que generaba la fantasía del solucionismo tecnológico, autores como Evgeny Morozov o Nicholas Carr, son útiles como referencias. Ahora hay estudios sobre la magnitud de las adicciones provocadas por las tecnologías que se extienden como epidemias mundiales con difíciles tratamientos médicos a los yonquis tecnológicos, como muestra Adam Alter en su reciente libro ‘Irresistible’. Alter cita ejemplos de cómo los grandes gurús tecnológicos, en cuanto padres, prohíben a sus hijos el uso de sus inventos, sean juegos o móviles y medidores modernos, iPad, aplicaciones… por lo pernicioso de su adicción. Ayudas contra esta lacra que arrasará niños y jóvenes? practicar deportes, mejor colectivos, abrir aficiones que obliguen a usar más las manos para realizar cosas, -el uso de las manos implica el uso del cerebro-, jugar más con otras personas, practicar en el mundo del arte, pintura, música… y leer libros, cuentos, en papel, no es igual que en pantalla, leer papel es más reflexivo, más pausado, deja fuera la incitación de tocar otra tecla y entrar en bucle.

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