Chucky es enviado a un caserón, habitado por una joven paralitica y su madre. El paquete es todo un misterio, y no saben quién lo envía. Esa misma noche la madre aparentemente se ha suicidado, aunque en realidad ha sido Chucky que vuelve a las andadas. La familia se reúne en la casa para despedir a su madre, y en lugar de eso, lo que le sirven en bandeja de plata a Chucky, es su entretenimiento favorito, asesinar, aunque en esta ocasión hay un motivo con extra que hará que Chucky, se empeñe en su objetivo.
Los actores están correctos, y no lo hacen del todo mal para la poca profundidad que se le piden a los personajes de este tipo de películas. Cabe destacar a Fiona Dourif, la hija paralitica, y no porque lo haga mejor que los otros, sino por ser la hija de Brad Dourif, que es el que siempre a puesto la voz a Chucky, y que además en esta ocasión, tenemos el placer de verlo en pantalla también.
En definitiva una película que se deja ver, con cierto aire nostálgico al cine de terror de los 80, que si bien no aterroriza, bien vale para pasar un rato entretenido, y hasta hacer unas risas.