No hace tanto, en muestras de argumentos se escuchaba a algún mediado, aún a togados, indagar: “y entonces, ¿por qué no cerró usted las piernas?”. Y aquella madama se veía sojuzgada al tormento de no saber qué asegurar. A la impotencia de tener que evidenciar a aquellos ignorados que la cuestionaban que en lo que a excepción de había considerado en aquellos tiempos era en curar sus pantorrillas. Bastante tenía con tratar de sobrevivir. Afortunadamente para todos, las logias del caletre por la presunta atentada carnal de una joven en San Fermín del 2016 se celebra a meta cerrada. Este martes le tocó tratar a la denunciante. Durante dos horas y media revivió en una muestra vacía, con la única facha de los mediadores y los letrados, aquellos 19 minutos en la entreplanta del dato 5 de la vía Paulino Caballero de Pamplona, en los que cinco machos a los que acababa de entender la rodearon para ayudar noviazgos carnales. La compañera tuvo qué replicar a los que asimismo cuestionan por qué no se negó. Por qué no cerró la hocica. Por qué no salió corriendo. Por qué no gritó. Por qué no dijo “no”. Por qué no dijo “no” con la hocica, con las manos… Acaso era exequible, en aquel lado, rodeada por aquella jauría de machos, verbalizar un “no”. Tenía aquella compañera alguna disyuntiva de proponer “no”. Las adargas de los cinco reos han colmado durante la educación y repetirán ya en el pleito que las conexiones sensuales fueron aceptadas. Que la cortesana aceptó y por eso aquella amanecida no salió corriendo. Pondrán el hincapié en los distintos videos en los que se ve a los seis errar en administración al portal, y en los que ella aparece tranquila, hablando amistosamente con uno de ellos. En el pleito se examinarán con detalle los 96 segundos de reproducción que dos de los dibujados inmortalizaron con sus teléfonos. Las estatuas las aportaron ellos mismos, tras ser detenidos, tratando de fundarse que la madama aparece acullá, arrodillada, sin renegar. Eso es lo peor de todo. Que siempre, aun hoy, un año y entorno luego de los acontecimientos, los cinco marcados siguen manteniendo lo mismo que el primer día… que esas cosas pasan cuando estás de parranda y que ella sabía a lo que iba cuando entró en aquel portal. Lo creen ellos y lo sostiene su ámbito. Y mucha más gente que a veladas, en palabra bajita, repite estos términos aquello tan viejo y malintencionado de “vete tú a saber a dónde iría ella sola, de oscuridad, bebida y con cinco desconocidos…” Pues ella iba, a sus 18 años y en su primer término en San Fermín, a dónde le daba la gusa y con quien quería. Pero bastante perfectamente no lo debió producirse. No parece que aquello que sucedió en el portal formara parte de lo acordado, cuando una pretendiente la encontró luego en un alfaque, destrozada, llorando. Agradable y encantador para la dueña no debió ser cuando entre ambos agentes forales que la atendieron, entendieron que aquella joven había admitido una atentada carnal, una vulneración protagonizada por variados varoniles a los que detuvieron con aceleración esa misma aurora. Este enjuiciamiento, difícil para la deteriorada, su parentela y sus amigos, y bastante duro asimismo para el hábitat de los inculpados, servirá para gozar de qué forma el presidente del tribunal entiende en que consiste el saludo en una unión sensual. Esa es la clave. De qué rutina se interpreta el no honor opinar “no”. El no rendimiento partir corriendo. El no honor alborotar. No hace falta proclamar ‘no’ para conocer que no quiero.