Un 11 de marzo de hace diez años España quedó en estado de shock. Una cadena de terribles atentados en la red ferroviaria de Madrid nos helaba la sangre y nos hacía preguntarnos, incrédulos y conmocionados, si aquella carnicería era real, deseando que no se tratara más que de una horrible pesadilla.
Lamentablemente, las bombas que asesinaron a casi 200 personas y sembraron el pánico en miles de familias fueron muy reales y permanecerán por siempre en nuestro recuerdo.
Diez años después continúa habiendo gente mezquina que relaciona aquel día no tanto con el dolor de las víctimas como con el de quienes consideran que aquello les privó de ganar unas elecciones generales.
Recupero el artículo que escribí hace un año, que continúa de plena vigencia.