La manzana de Eva

Publicado el 31 enero 2010 por Daniela @lasdiosas
Es muy curioso observar como cada cierto tiempo surge alguna voz ultraconservadora y que consigue acaparar los micrófonos de algunos medios de comunicación con mensajes claramente misóginos.
En este caso la voz viene, de nuevo, de la carrera judicial y trae un mensaje contrario a las políticas de igualdad entre mujeres y hombres impulsadas por el Gobierno de Zapatero. El autor de las manifestaciones misóginas es el juez de Familia número 7 Sevilla, Francisco Serrano quien tacha la ley contra la violencia de género de “discriminatoria” y apuntó que es fruto de la "dictadura" del "feminismo radical", la calificó como "perversa" y atacó el "mito de las denuncias falsas”.
Hay que decir que, afortunadamente para las mujeres, esta posición es muy minoritaria dentro de la carrera judicial y que de forma casi inmediata la presidenta del Observatorio lamentó por medio de un comunicado que opiniones como las de Serrano demuestran "una falta de sensibilidad ante un problema social de derechos humanos".
En cualquier caso lo que resulta evidente en este tipo de reacciones (hemos de recordar que no es la única y que en carta abierta en el periódico La Nueva España de fecha 29-12-2009, el titular del juzgado nº 8 de Gijón, Ángel Luís Campo se sumó a las críticas del Juez Serrano) es la necesidad que tienen, quienes realizan este tipo de manifestaciones de seguir culpabilizando a las mujeres sobre su propia condición de víctimas del terrorismo machista.
Tampoco se nos pueden escapar las declaraciones que algún prelado ha realizado como consecuencia de la reforma de la Ley del aborto, como las realizadas por el arzobispo de Granada, Javier Martínez, quien en una homilía dio a entender que la mujer que aborta “mata a un niño indefenso” y, por tanto, “da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar” de su cuerpo. Aparte de estar haciendo una clara apología del terrorismo machista, este hombre, vuelve a usar la culpa en todos sus argumentos para, de nuevo, lanzar todos sus dardos envenenados contra las mujeres.
Claro que no podemos olvidar quienes inventaron la historia de Adán y Eva y con qué objeto: el que controlar a las mujeres a través del potente instrumento de la culpa. Y como vemos sigue funcionando y cada cierto tiempo, el conjunto de la judicatura tiene que salir públicamente a desmentir el mito de las denuncias falsas por parte de las mujeres en temas de violencia machista, puesto que ahora, lo que se está utilizando para continuar menoscabando las verdades y realidades que cuentan las mujeres víctimas, es ese.
El largo y silencioso camino que tienen que recorrer las mujeres, su situación de dependencia emocional respecto del agresor, su baja autoestima y una larga lista de factores influyen en demasiados casos en la retirada de las denuncias. Pero esto no ha de confundirse con la veracidad de los hechos que es lo que se pretende cuestionar por parte de organizaciones reaccionarias que pretenden llevar a la sociedad un mensaje sobre que esta ley, la ley contra la violencia de género, es un instrumento que va directamente contra los hombres, sin pararse en absoluto a pensar que quienes pierden la vida siguen siendo mujeres y que, por tanto, los intereses que se tienen que proteger son los de las víctimas.
La culpa a través de la manzana de Eva, ha sido uno de los instrumentos más efectivos para el sometimiento de las personas y, concretamente de las mujeres, y cuando se nota por parte de los colectivos más reaccionarios de nuestra sociedad, que deja de ser efectivo, se da una vuelta más al tornillo y se mezcla la culpa con la mentira de los hechos que cuentan las víctimas, con el claro objetivo de seguir manteniendo las verdades universales que ellos pregonan: la prevalencia de las verdades de los hombres frente a las mentiras de las mujeres.
Y eso, lo que denota es la misoginia más rancia, hermética, castradora de derechos humanos por parte de quienes practican este discurso que suelen coincidir con colectivos ya mencionados como algunos miembros de la judicatura, los señores de faldas largas y negras y a hora se suman otros colectivos igualmente reaccionarios como algunas asociaciones de padres separados y divorciados.
Cabría preguntarse el origen de la violencia implícita en sus declaraciones. Pero mientras a muchas nos seguirán encontrando enfrente para rebatir sus argumentos y desmontarlos uno tras otro, porque nuestros derechos humanos como mujeres son tan importantes como los suyos, pero nunca menores que es lo que su discurso pretende.
Teresa Mollá Castells
tmolla@teremolla.net
La Ciudad de las Diosas