Su nombre es un juego de palabras entre manzana de bloque de edificios y el mito de la manzana de la discordia griego de la boda de Peleo y Tetis, que viene a enseñar que un asunto intrascendente puede llevar a una discusión grave. Y ésto es así porque no es casualidad que las casas sean tan distintas: tres de los arquitectos eran rivales profesionales: Montaner, Cadafalch y Gaudí.
Son fascinantes, cada una a su manera: La Casa Lleó Morera (1905) tiene un simbolismo complejo en el que el león, la morera y sus hojas son el tema recurrente; la entrada principal es preciosa con la exquisita decoración de cerámica verde.
La Casa Amatler (1900) intenta evocar a una típica casa flamenca u holandesa aunque con elementos góticos catalanes como columnas retorcidas, gárgolas, extravagantes motivos de cerámica, esculturas, etc.
La Casa Batló (1907) es magnífica, con un exterior que simboliza la leyenda de San Jordi y el dragón; por eso la fachada está recubierta de cerámica verde y azul como si fueran las escamas del dragón y el techo curvilíneo su cuerpo; así como las barandillas y pilares simulan ser los huesos y calaveras de sus víctimas. No hay que perderse bajo ningún concepto su ático y el tejado.
Mejor no visitar la Manzana de la Discordia a mediodía porque el sol deslumbra y no se podrán apreciar los detalles y sería una lástima, ya que es magnífica.